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El Hombre DragÓn

En un lejano país, hace muchos, muchos años, había un reino gobernado por un rey inepto y cruel, que se preocupaba tan solo de si mismo, pero no de su pueblo, al que agobiaba con tributos que no podían pagar. Cuando el rey murió, la reina, que era una mujer sabia y prudente, quedó al mando del reino y se vio agobiada con los problemas que todos los días le traían sus consejeros; y que no podía resolver por más que lo intentase. La gente se moría de hambre, las cosechas no alcanzaban para tantas bocas, y su marido, en su inmenso egoísmo, había derrochado los tesoros del reino con sus caprichos. Un día que la reina estaba especialmente desanimada, no sabiendo que camino tomar; su principal consejero le dijo que había una solución, aunque era tan dolorosa que no se atrevía ni a plantearla. Pero la reina le contestó que hablase sin miedo, porque nada podía ser peor que ver como todos sus subditos padecían hambre y miseria. La solución a todos los problemas estaba en manos de la reina, que debía sacrificar a una de sus tres hijas y entrgarla a un ser, mitad hombre, mitad dragón, que habitaba en lo alto de las montañas, en un pareje inhóspito y sombrío, donde nunca lucía el sol y los días eran oscuros y tristes. Ese ser, de nombre Azael, vivía en perpetua soledad, porque ninguna mujer le aceptaba, por su fealdad, su mal humor y sus condiciones de vida. Pero era inmensamente rico y había prometido la mitad de sus tesoros a quien le proporcionase una compañera para aliviar su soledad. La reina se quedó pensativa ante la propuesta, y le dijo al consejero que debía consultarlo con las princesas, porque el sacrificio era tan alto que ella no podía obligar a ninguna de sus hijas a condenar su vida a tal infierno. Cuando las princesas llegaron a la presencia de su madre, y ésta les informó lo que se esperaba de ellas, las dos mayores al instante rechazaron la propuesta, alegando que ellas no pasaban hambre, que tenían todo lo que necesitaban y además estaban prometidas a ricos herederos de los reinos vecinos. La pequeña, de nombre Silvana, era la más modesta de las tres; pues a diferencia de sus hermanas se vestía con ropas sencillas y se pasaba el día en la biblioteca, estudiando viejos manuscritos; por lo cual estaba pálida y ojerosa de tanto estudiar, y había tenido que poner gafas para ayudar a sus cansados ojos. La madre le preguntó a ella que pensaba de su propuesta, y Silvana le contestó que estaba dispuesta a partir a la casa del monstruo, pero con una sola condición, y era que pudiese llevarse sus libros y sus útiles de escribir. Si se le permitía, ella se sacrificaría gustosa para el bien de su pueblo. La condición se comunicó a Azael y él no puso reparos. Al día siguiente Silvana se despidió de su llorosa madre y de sus asombradas hermanas, y partió hacia su nueva casa. El monstruo era bastante peor de lo que ella, en sus peores pesadillas, había imaginado; enormemente alto y encorvado, con la cara abotargada y una enorme cola de dragón, que golpeaba contra el suelo cuando estaba enfadado, lo cual sucedía la mayor parte de las veces. La recibió con una bocanada de fuego, y la amenazó con matarla si le enfurecía. Silvana no se amilanó y después de darle los buenos días, le comunicó que se pondría a limpiar enseguida la enorme mansión; pues aunque tenía muchas posibilidades de parecer hermosa, no lo era debido al desorden y la suciedad. Trabajó incansable durante varios días, y al final hasta el monstruo se quedó asombrado cuando de lo que había sido una pocilga inmnda emergió una casa llena de luz, por la hermosa pintura amarilla de las paredes, y del color de las cortinas, las alfombras y los tapices...

Continuará
Beth09 de marzo de 2010

5 Comentarios

  • Nemo

    Buen cuento de fantasía!
    Espero lo que sigue...

    10/03/10 06:03

  • Emmanuel

    muy buen cuento , ya hiciste la 2 parte ?

    06/02/11 05:02

  • Beth

    Pues creo que si, que está publicada, pero ni me acuerdo. Hace casi un año. Pero juraría que lo terminé, si. Gracias por leerlo. Saludos

    06/02/11 11:02

  • Norah

    emergió una casa llena de luz, por la hermosa pintura amarilla de las paredes, y del color de las cortinas, las alfombras y los tapices...me ha encantado leerte en este domingo.Beso.

    06/02/11 07:02

  • Beth

    Muchas gracias, querida Norah. Un domingo al que para ti le quedan más horas, pero que para mi ya casi acaba. Un beso

    06/02/11 08:02

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