Escribe una melodía en mi piel,
tócame como si mi cuerpo fuese
un piano, abre surcos en mi vientre
y vacía tu alma en mis ojos
para que luego me despierte
sintiendo tus manos.
Dime otra vez que me amas,
no dejes que la soledad
se haga un nido en mi pecho,
y para eso necesito, amor,
que seas mi dueño, mi amo y señor.
Que mis ojos a los tuyos se abran,
que mi piel huela a tu piel
y mis manos en tu pecho
de tantas caricias dejen llagas
de amor, de las que no duelen,
esas que tan solo dejan marcada
el alma y sin rumbo el corazón.