TusTextos

Mientras Llega MaÑana 25

-Por qu lo has hecho? No era necesario.
Se encogi de hombros. Estaba cohibido delante de mi, y pude entenderlo perfectamente; al tiempo que entend que haca falta mucho valor para hacer lo que hizo.
-De cualquier modo, gracias-le dije. Quiero que sepas que comprendo que te habr costado mucho dar este paso; y lo aprecio en lo que vale.
-Ha sido tambin por egosmo; la barba me separaba de ti.
Nos sentamos a comer, pero ninguno de los dos habl demasiado. Ambos estbamos en una posicin un tanto extraa, aunque cada uno a su manera: yo me encontraba abrumada por un gesto de su parte que me demostraba cosas que me disipaban dudas; y l porque tena miedo; un miedo que yo entenda demasiado bien, porque era lo mismo que yo senta. A media comida, nos miramos, y supongo que vimos el lado cmico de la situacin, que tambin lo tena, porque nos echamos a rer.
-Te imaginas maana lo que vamos a parecer cuando vayamos a la clnica? Vaya pareja.
-Si, seremos el blanco de todas las miradas. Y bien pensado, que nos miren hoy ya. Te invito a cenar esta noche, y a bailar.
-Ests chalado. T sabes bailar?
-No, ni falta que me hace. Mira, siempre he pensado que el baile se invent como una manera aceptada de abrazar a personas a las que de otra manera no te estara permitido abrazar. Haz un experimento: colcate en una sala de baile, tapa los odos y mira a tu alrededor. Qu es lo que ves? Parejas que se abrazan, no hay otra cosa.
-Visto asPero, cena y baile en mircoles? Dnde hay eso?
-Ah, soy un hombre informado. No es un mircoles cualquiera, sino mircoles de Carnaval, y en el restaurante adonde fuimos aquella vez celebran la semana gastronmica del lacn o algo as. Y hoy hay una cena con baile incluido. As que ya ests preparando un pauelo de fiesta.
Le ech una mirada dudosa mientras recoga la mesa. Por una parte, me apeteca demostrarme a mi misma que a pesar de la enfermedad, segua siendo una mujer que poda arreglarse, salir y divertirse de nuevo; pero por otra parte, me daba pnico exponerme de esa manera a los ojos de la gente. Sin embargo, cuando le mir y pens lo que l haba sido capaz de hacer por mi, decid que tambin yo tena que ser valiente.
-Vale, iremos. Pero entonces yo me marcho a dormir la siesta, porque me temo que no tendr fuerzas si no me recupero algo. Ha sido un da de muchas emociones.
-Me parece bien. Y yo me pondr a trabajar un par de horas.
Me avergenza confesar que me pas ms de dos horas, despus de despertarme, metida en mi cuarto, revolviendo todo el armario para decidir qu ponerme. Nunca he sido demasiado vanidosa, pero esta ocasin mereca algo especial, y tena que encontrar algo bonito, sofisticado y elegante, pero con lo que no se notase que me faltaba un pecho. Tena muchos vestidos preciosos y adecuados para salir de noche, pero la mayora eran ajustados al cuerpo o tenan escote. Al final, despus de muchas dudas y de probarme medio armario, me decid. Unos leggins negros y una blusa de seda, de fondo negro, con pequeos dibujos escarlata y oro. Y ya solo me quedaba pensar en el pauelo. Ninguno de los que tena me gustaba, y eso que me los prob todos. Ya un tanto desesperada, me pas a los turbantes, y despus de algunos intentos infructuosos, me decid por uno negro, que se cerraba con un broche dorado. Y ahora quedaba lo ms complicado; tratar de esconder la sequedad de la piel bajo una capa de maquillaje que debera ser suficiente, pero discreta. Resalt los ojos, y en los labios solo me di brillo.
Cuando sal Daniel ya deba de llevar un buen rato esperando, pero la mirada que me dedic me hizo pensar que la espera le haba merecido la pena.
De todos modos le orden que no me dijese nada, porque bastante me costaba ya hacerme a la idea de que iba a ir, despus de tantos aos; enferma y como una amazona preparada para la batalla, a bailar. Pero en mi interior estaba ilusionada, porque haca apenas tres meses, cuando me dijeron lo que tena, estaba a punto de tirar la toalla y me preparaba para morir, y ahora haba recuperado las ganas de divertirme, y quera vivir, costase lo que costase. Quera paladear cada minuto de la vida, saborear sensaciones que pensaba que haba olvidado, incluso masticar el dolor poco a poco, porque mientras hubiese dolor, tambin haba vida. Cuando entr en el restaurante, del brazo de Daniel, y un camarero se hizo cargo de mi abrigo, sent un momento de pnico que casi me hace dar media vuelta; pero me repuse; levant la cabeza, ech los hombros hacia atrs, y entr con paso firme. Iba a divertirme, y me daba igual la gente y el mundo. Solo estbamos nosotros. Nos trajeron la carta y yo dudaba, indecisa.
-No encuentras nada que te guste?-me pregunt Daniel.
-Todo me gusta. Pero aqu no estoy en casa. Qu ocurre si empiezo a comer y tengo que salir corriendo al bao a vomitar? Te imaginas? Menudo mal rato.
-No empieces a imaginarte cosas. Ya has tomado la medicacin, as que lo ms probable es que no pase nada de eso. Pide algo ligero, como por ejemplo el revuelto de grelos y gambas, y lo comes despacito, ya vers como todo va bien. El vino blanco te ayudar. Y puedes tomarlo, me lo ha dicho Diego.
-Est bien. Que sea lo que Dios quiera-me resign.
La gente nos haba mirado al entrar, y no les culpo. Supongo que debamos de ser todo un espectculo. Pero ahora que ya estbamos sentados, todo el mundo estaba comiendo y la orquesta pona un fondo agradable. Lleg la comida, y yo empec a picotear del plato, con algo de miedo al principio, pero al ver que todo iba bien, me confi. El vino me haba animado un poco y ya me lo estaba pasando francamente bien. Por un momento me olvid de la quimioterapia, de las nuseas, los mdicos y los problemas. Era un mundo perfecto, solo de dos. Quiz esa euforia explique que no protestase cuando a la hora del postre Daniel pidi una botella de champn. Y quiz tambin esa euforia me dio fuerzas para dejarme arrastrar a bailar, cuando ya ni me acordaba de cmo se bailaba. De todos modos, no tuve nada que hacer, solo dejarme llevar por la msica y por los brazos de Daniel. Tena mucha razn cuando me dijo que el bailar era poco ms que abrazarse. Se estaba tan bien que me olvid de la hora, de que maana tena que ir a la clnica; de todo salvo que me encontraba bien, que me senta querida y senta que nada malo me poda pasar. Cuando la orquesta dej de tocar, mir el reloj y me asust al ver que eran las tres de la madrugada. Y al menos yo, estaba bastante achispada a causa del vino y el champn. Daniel tambin haba bebido lo suyo.
-Somos un par de locos. Quin va a conducir? Tanta quimioterapia para acabar empotrada en un rbol a causa del alcohol. Y encima una vergenza cuando me hagan la autopsia. Muri como una cuba pondrn en mi epitafio.
-No te preocupes, Nefertiti, he reservado una habitacin en el hotel de al lado. Es de la misma empresa que el restaurante.
Me qued con la boca abierta. Esto no haba sido premeditado? Creo que l adivin mis pensamientos.
-No-me dijo tomndome del brazo. Te juro que no haba pensado que pasase esto.
-No tengo pijama, por si lo quieres saber. Y si piensas
Pero no me dej seguir.
-Ya se que no quieres que vea esa cicatriz que tanto te avergenza, y que no te vas a acostar conmigo, al menos de momento-sonri. No hay problema. No soy impaciente, y puedo esperar a que t me pidas, y lo hars, que te haga el honor de acostarme contigo. Y, como soy hombre prevenido, siempre llevo en el coche una bolsa con una muda y un pijama. Manas de cuando tena que ir a cada momento de un sitio a otro. Compartiremos mi pijama.
-Y cmo?
-Solo necesito el pantaln. La chaqueta es tuya.
-Debo darte las gracias? En cuanto a lo otro, fingir que no he odo nada. Y nada te contestar, sobre todo porque se me traba algo la lengua, y porque necesito que me ayudes a llegar a la habitacin. Tengo ciertas dificultades para caminar en lnea recta.








Beth12 de abril de 2011

9 Comentarios

  • Kapy22

    Me encanta esta historia amiga Beth, la verdad que muy currada. Excelente y gracias por tus grandes textos que aportas a esta pagina web. Espero que disfrutes mis textos al igual que yo disfruto los tuyos.
    Un saludo enorme.
    KAPY.

    12/04/11 02:04

  • Vocesdelibertad

    Las mujeres nos hacemos colochos para resolver lo del vestuario, ha sido así siempre, yo tengo un chip medio raro, cuando vamos a alguna reunión o fiesta pienso y me imagino el closet con la ropa y desde allí, mi cabeza, digo qué me pondré de tal manera que al llegar tomo la sercha y listo! jaja pero aquí lógicamente hay otro tipo de problema.

    Lo cierto Beth es que nos dejaste en la silla, esperando que las próximas páginas lleguen pronto ;o)

    Abrazos

    12/04/11 05:04

  • Vocesdelibertad

    Olvidé piropear a Daniel es como dijéramos aquí TODO INCORPORADO!!!

    12/04/11 06:04

  • Beth

    Gracias, KApy, por tus elogios. Si, he leído alguno de tus textos y los he disfrutado

    12/04/11 08:04

  • Beth

    Ay, Voces, la indumentaria femenina. Lo cierto es que Elena no es demasiado presumida, pero la pobrecita no lo tenía fácil. Primera cita con su chico y sin pecho, calva...todo un poema. Pero mi Daniel es un caballero, lo tiene todo. Mi mejor amiga y una de mis más dura críticas, dice que es demasiado perfecto para ser verdad. Puede ser

    12/04/11 09:04

  • Norah

    Tengo ciertas dificultades para caminar en línea recta, para lo que nunca tienes problemas es para atraparnos con tus decires, beso amiga mía.

    13/04/11 02:04

  • Beth

    Ay, Norah, que bonito eso que has dicho. Gracias. Pero si...pobrecilla Elena, no está acostumbrada a beber

    13/04/11 09:04

  • Endlesslove

    Ha sido también por egoísmo; la barba me separaba de ti…
    ¡Que así sea todo egoísmo!. Que generosidad la de Daniel,! Pero era que el también estaba Viviendo!.

    11/09/11 10:09

  • Beth

    Cuando se ama de verdad todo sacrificio parece poco

    11/09/11 10:09

Más de Beth

Chat