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Mientras Llega MaÑana 60

Salimos a la entrada, porque se oía una algarabía que solo podía significar que alguno de los otros miembros de la familia acababa de llegar. Y así era, habían llegado los tres. Úrsula estaba dando abrazos a todos, y presentando a su Romeo. Parece ser que Elia y Carlos habían llegado anoche de Madrid y habían dormido en casa de Diego. Yo creo que también ellos nos darían una sorpresa, pero no quise adelantar acontecimientos.
En dos días nos casábamos. No puedo decir que estuviese especialmente nerviosa o que sintiese mariposas en el estómago. Pocas cosas cambiarían, no me iba a sentir mejor ni peor. Era un mero trámite, una especie de contrato que cumplir, pero mi amor por Daniel no aumentaría por firmar un papel en el Ayuntamiento. Ni siquiera habíamos comprado ropa especial para la ocasión. Daniel llevaría uno los pocos trajes que tenía, porque solo se ponía de tiros largos cuando no le quedaba más remedio. Me dejó que yo eligiese y escogí uno de color azul noche, casi negro de tan oscuro, que me parecía que hacía un hermoso contraste con su pelo. Y yo llevaría un traje de chaqueta que nunca llegué a estrenar, de color marfil, que me había comprado el año pasado en verano. Así de simple. Lo único especial que nos permitimos fue un poema que le pedimos a Úrsula que leyese antes de que acabase la ceremonia, porque hablaba de amor, de entrega, de intenciones, y sobre todo de lo que pretendíamos que fuese nuestra vida juntos. Lo elegimos de común acuerdo y nos pareció adecuado para la ocasión.
No intento ser el gran amor de tu vida
ese que te exige, te demanda y luego te olvida
Simplemente intento ser ese que disfruta
cada instante, cada segundo de tu compañía
Ese que en aquella noche de verano
bajo un cielo repleto de estrellas
encontró en un abrazo, en un beso tuyo
la felicidad que creía perdida
No quiero ser tu dueño, tu pastor, tu guía
ese que te dice lo que tienes que hacer y luego te margina
Simplemente intento ser ese que te quiere y te mima,
ese que en aquella madrugada de desvelo,
feliz, extasiado, intensamente disfruto
de la paz de tu rostro mientras dormías…
No me interesa ir de visita por tu vida
Ser el gran señor que te llena de cosas
por fuera y por dentro te vacía
Solo intento ser el que te provoque una sonrisa
ese que aquel día poniéndose romántico
enmarco la belleza de tu rostro
y le escribió una dulce poesía
No me gustaría ser ese que de rodillas suplica tu amor,
ese que te tortura y lastima con su fuerte obsesión
Solamente ansío ser aquel que naturalmente desees
ese que en una impensada y casual noche
fue dueño de tu confianza por única vez
protagonista sin ninguna restricción
de la completa entrega de tu pasión
Solo intento ser aquel que te pueda enseñar
Que quizás exista el amor eterno
Que tal vez la felicidad tenga dueño
Que cada instante compartido
puede ser un mágico sueño
del que no se quiere despertar…
Solo pretendo ser únicamente yo
ese loco perdido que te quiere
ese poeta que se anima a decir
sin miedos todo lo que siente…
¡Te amo intensamente
como ayer, como hoy,
como lo haré siempre!


La ceremonia sería por la tarde, a las cinco, así que nos levantamos a la hora de siempre e hicimos lo que acostumbrábamos en un día normal. Aunque no fue un día normal del todo, porque a media mañana, cuando Daniel y yo estábamos en el jardín, viendo el destrozo que la tormenta de la noche anterior había hecho en mis flores, vimos un coche que enfilaba la entrada de la finca y venía, evidentemente, a la casa. A medida que se acercaba me fijé mejor y miré a Daniel con espanto.
-Es Arturo-le dije. ¿Qué querrá? Dios mío, hoy precisamente.
Me rodeó los hombros y me atrajo hacia él.
-Quédate tranquila, no dejaremos que nos estropee el día.
No nos movimos de donde estábamos. Arturo aparcó el coche y salieron, él y Paula. Ella vestía como si en lugar de venir al campo estuviese citada con algún miembro de la realeza. A pesar de estar en verano, y suponía que de vacaciones, iba maquillada a la perfección y su rubia melena muy repeinada. Por un instante hizo que me sintiese como Cenicienta ante una de las hermanastras, con mis vaqueros viejos, mi camiseta blanca y mi pelo como un chico al que han llamado a filas. Pero me bastó sentir la calidez y tibieza de la mano de Daniel sobre mi cintura para que de nuevo su seguridad me protegiese como un escudo.
-¿A qué debemos este honor y esta sorpresa, Arturo?
Quería hacerle entender que no podía presentarse en nuestra casa sin avisar, como si todavía tuviese algún derecho en mi vida.
-Vengo a ver a mi hija. Supongo que estará aquí, ¿no? Sé que ha llegado hace unos días, pero ni siquiera se ha detenido en Madrid para verme.
-Ha llegado, si. Y creo que si no se ha detenido en Madrid ha sido por varios motivos; uno de ellos que saliste de estampida en cuanto supiste que había venido con su novio.
-Si, me negué a conocerle y menos aún oír estupideces sobre esa supuesta boda. No lo permitiré.
Me eché a reír. La verdad es que este hombre empezaba a resultarme infantil y patético.
-¿Y cómo piensas impedirlo? Nuestra hija es mayor de edad. La verdad, Arturo, me da igual lo que hagas, pero te aconsejaría que no tenses demasiado la cuerda si no quieres perder a Úrsula para siempre.
Paula, que había permanecido callada, agarrada a Arturo como si temiese que algún ser infecto se posase encima de su traje de alta costura, se acercó a mi y se me quedó mirando con aires de suficiencia.
-A ti, como madre, te corresponde convencerla de que no debe arruinar su vida con ese hombre.
-Paula, no quiero ser maleducada, pero te ruego que te metas en tus asuntos; entre los cuales no está el futuro de mi hija.
-No le hables así-me exigió Arturo. Tiene toda la razón del mundo. Va a tirarlo todo por la borda, y tú la animas.
Me estaban exasperando por momentos, pero no iba a dejar que se salieran con la suya y me hiciesen perder los papeles.
-Yo no la animo a nada, pero tampoco la desanimo. Ya no es una niña, y tiene derecho a tomar sus propias decisiones. En todo caso, háblalo tú con ella. Está dentro de la casa.
Les hice un ademán para que nos siguiesen, y los cuatro entramos. Estaban todos en el salón, riéndose a carcajadas porque mi hija había sacado del armario un montón de vestidos y ella y su tía estaban haciendo un desfile de modelos improvisados, con los hombres como jueces, para decidir que se pondrían esta tarde. Se hizo el silencio y la cara de Arturo cambió cuando vio a su padre y a su hermana.
-¿Qué hacéis aquí?-les preguntó, con voz ronca por el enfado.
-Ya ves, divirtiéndonos-contestó Elia. ¿Y tú?
-He venido a hablar con mi hija, a solas, si puede ser.
Úrsula se adelantó hacia su padre, sin mirar siquiera a Paula.
-Tendrá que ser aquí, Papá. Estamos en familia y lo que tengas que decirme pueden oírlo ellos.
-Al menos veo a tres personas que nada tienen que ver con nosotros-le contestó Arturo con voz y gesto tenso.
-¿Si? Pues no adivino quienes pueden ser. Fíjate, este que ves aquí es mi prometido, Mark Porter, a quien te recuerdo que te negaste a conocer. Al lado de tu hermana está mi tío Diego Montes, que además se va a casar con tu única hermana, con lo cual seréis cuñados.
-¿Y ya le llamas tío?
-Claro, porque lo es ya ahora. ¿No sabes acaso que Diego y Mamá son hermanos?
Si la situación no fuese tan incómoda, confieso que estallaría en carcajadas ante la cara de uva pasa que se le quedó. Pero no le dio tiempo a reaccionar, porque Úrsula siguió empuñando el hacha de guerra.
-Y en cuanto al Barbas, aquí presente-añadió acercándose a Daniel y rodeándole el brazo con los suyos-para ti señor Mendoza, te comento que escasamente en seis horas se convertirá en mi padrastro. O sea, que puedes hablar con total claridad. Estamos en familia. Una familia extraña, pero familia al fin y al cabo
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Beth08 de agosto de 2011

6 Comentarios

  • Vocesdelibertad

    Un amor honesto en razón y corazón, sin promesas eternas... el amor que quizá ya no esperaba sellado de alguna manera por formalismos sin embargo superado en todos sus límites en intensidad.

    Mientras leía, pensaba ojalá que a Elena no se le ocurra perdonar al Arturo jaja pero igual sin hacer de lado rencores no se puede ser feliz...

    Un abrazo inmenso

    08/08/11 11:08

  • Beth

    El amor cuando es de verdad no necesita ni promesas, ni firmas ni papeles. Elena no es rencorosa, pero tiene buena memoria, y sabe que lo que ha encontrado supera con mucho a lo que ha dejado.

    Otro abrazo para ti, querida Voces

    08/08/11 11:08

  • Agora

    60: Beth, leerte es ver una película!
    eres maestra del relato y la descripción, se "ve" todo en vivo y en directo!
    que bueno! sigo!

    19/08/11 03:08

  • Beth

    Me alegra de que te guste Agora y al menos te distraiga. Gracias por leerlo

    21/08/11 12:08

  • Endlesslove

    Que poema más hermoso, como tenía que ser, unos votos de amor de la mejor manera:
    Prometiéndose compañía y disfrutar de esta cada día De verdad era un sueño mágico del que nadie quisiera despertar.

    15/09/11 05:09

  • Beth

    Son unos votos sencillos pero difíciles de cumplir

    15/09/11 09:09

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