Con simples palabras
y apenas una charla
se puede reconocer
aunque sea alojada
en la distancia
a un alma que a
la nuestra se hermana.
Historias comunes,
comunes dolores y
hasta alguna desgracia;
pero sobre todo
estrechas esperanzas
de que el mundo no
se viste de gris,
sino de variados
colores, de perlas
y flores trenzadas
en una eterna primavera