De mi pecho pende
un cordón que me
agarra a la vida,
con una piedra verde
que es hoy una
ardiente llama encendida.
¿Quién ha dicho que
el fuego tiene que ser rojo
como la sangre? Quizá
no haya visto esta piedra
que me quema la piel
como una tierna herida.
Mírala como cambia a la luz,
quizá late al unísono
de tu alma y la mía.
En todo caso, es verde;
es, amor mío, color de vida.
Porque la sangre y también
la savia en nuestras venas,
hijos de tantos bosques y brumas,
van por siempre unidas.
Aplausos y más aplausos! estimada amiga. Felipe estaría avergonzado de su sangre azul y Leticia moriría de envidia por el amor que corre en tus venas. Hermoso regalo o mejor dicho único e invalueble. Un saludo y buenas noches!
Sra Beth!!!:)... sus versos son canción!!... y esa canción es a la vida. Es como la esperanza de un mañana, en lo referente a la naturaleza... a nuestra azul y verde Tierra. Muy buen poema, con su permiso me lo llevo a mis favoritos!!... Abrazos!!!:)