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Silencio

-Dime qué es lo que sientes - susurró, como si quisiera llamar al viento.
-¿Por qué estropeas mi silencio?
-No era mi intención - dijo clavando su mirada bicolor en la de él. - Tienes razón, ningún tipo de silecio merece ser roto por una voz, a la que ya no le queda mucho que decir.
-Podemos volver a empezar, si lo deseas.

Los dos cerraron los ojos, retrocediendo en el tiempo.

-¿Puedo romper pues, tu silencio?
-Sí, pero procura que tus palabras sean mejores. - Y le miró, como un maestro a su pupilo.
-¿Puedo hacerte una pregunta personal? - Vaciló un momento. - No voy a conseguir que mis palabras sean mejores que el silecio que tú componías; incluso tus palabras no van a ser mejores. Pero
sí que lo serán más que mi silencio. A pesar de mi osadía, ¿puedo?
-Sí, pero hazlo rápido. Soy viejo y la vida me ha quitado la paciencia. - Siguió escribiendo unas fórmulas en su cuaderno.
-De acuerdo. ¿Cuántas veces te has enamorado de una dama?

El pupilo notó como su pregunta, sorprendía a su maestro.

-Una vez - y siguió escribiendo - pero eso fue hace muchos años. ¿A qué se debe?
-Eres un hombre enigmático. Me has enseñado muchas cosas, pero me agrada saber que tienes sentimientos como yo; que no eres tan duro como aparentas.
-Jóven Dan, te queda mucho por aprender. Dime a caso, ¿qué pensabas? - Guardó el papel en una mochila de cuero - puedo enseñarte las leyes de la física, puedo enseñarte astronomía, puedo enseñarte a ser persona, buenos modales y formas de cortesía. Puedo enseñarte alquimia, química, levitación y todo lo que me proponga. - Se levantó. - Menos una cosa.
-¿Cúal? - Retrocedió un poco, avergonzado por haber alterado a su maestro.
-El amor, Dan. Intenta plasmar en un lienzo el sonido inaudible del pelo de una dama cuando la brisa lo mueve. ¿Es imposible o no? - No le dejo contestar - Por supuesto que es imposible, de la misma manera no puedo enseñarte lo que es el amor. Nadie puede hacerlo. Si tú quieres - dijo agarrándole el cuello de la camisa - puedes llamarlo. Búscalo en tu corazón Dan, busca la sonrisa blanca de la dama de una corte, o el olor de su perfume, o de su pelo. Búsca el sentimiento dentro de ti, enamórate porque es bello. Muy bello. Pero sabes que... - murmuró.
-¿Qué? - fue un simple murmullo.
-Busca el equilibrio. El amor puede ser hermoso en ocasiones, y otras veces, de la misma manera que lo llamas; tienes que saber alejarlo de ti, apartarlo.
-Entiendo...
-No mientas Dan. No digas que lo entiendes. Intentaré enseñarte - le soltó.

El maestro llevó a su pupilo a un claro del bosque, dónde sólo se oía el murmullo de un riachuelo.

-Llama al amor - ordenó su maestro.
-Qué... yo no...
-¡Qué lo llames! - ordenó de nuevo.

Dan, se concentró como él le había enseñado. Apartó sus sentimientos de la cabeza y pensó con objetividad. Pronto descubrió un susurro del viento, y pensó en la dama de la corte de Khievra. Y murmuró su nombre, y las aguas trajeron su olor. Sonrió.

-Lo has conseguido. Me alegro mucho por ti. ¿Qué sientes?
-Pues... es como si estuviera en las nubes, mordiendo una brizna de paja, mientras miro su sonrisa a lo lejos. Siento cómo si el rey de Khievra me hubiese dado permiso para tomar la mano de su hija. Siento algo bellísimo, hermoso. Algo que no puedo describir con palabras... - su mirada bicolor brilló. - Esto es llamar al amor... y...
-Y yo te diré, que sólo esta vez en toda tu existencia, vas a sentir esto. Algo que es mucho mejor que el silecio.
-¿Me...jor, que el silecio?
-Siéntelo en el aire Dan. Te eleva, muy alto. Sin haber recurrido a tus fórmulas de levitación, te estás elevando.

Hasta ese momento no se había dado cuenta. Y disfrutó de ese momento. Media hora quizás.

-Es perfecto...
-Bien, ahora aleja al amor. No reproches, hazlo.

Se concentró todo lo que pudo. Estuvo diez minutos intentándolo. Echándolo, intentado que se fuera.

-No... puedo...
-Te mentí Dan.
-¿Por qué? - De pronto se sintió vacío.
-Para que te dieses cuenta, de que no puedo explicárte lo que es el amor. Ni yo, un viejo que ha vivido más de mil años sabe como hacerlo. El amor es mejor que el silencio sí, pero por mucho que quieras, estará ahí. Disfrútalo y deja de hacer preguntas inoportunas.
-Pe... pero... - balbuceó.
-Tranquilo joven Dan; aprenderás rápido.
Borderless11 de enero de 2012

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