Los Detalles de mi Marido
12 de febrero de 2008
por briseida
Mi marido siempre anda por su parte de la casa y yo por la mia. No es que tengamos fronteras ni nada de eso, no, que esto no es un castillo ni al ala norte para mi y yo me quedo con la del este que es donde está la colección de cuadros de los antepasados de la familia, no, pues claro que no.
El es feliz con sus matitas, sus flores en el jardín , esas que no me deja tocar ni muerta y que luego cuando nos vienen a visitar, las amables visitas me miran a mi, la señora de la casa y me dicen: ¡Ay que plantas más lindas tienes! Y claro el me mira con cara de ...con la cara esa que pone con la rabia por dentro y la mandibula apretada, como yo lo conozco la traduzco enseguida que para eso una sabe francés y entonces yo digo lo que digo siempre: ¡Ya quisiera yo! Mi marido es el que cuida las flores, a mi no me deja ni tocarlas... Como me aburre decir siempre lo mismo, ya directamente me pongo el play, toco el botón del play y sale sola la retahila de lo de las plantitas. Entonces le cambia la cara, me pone la mano en la rodilla, cuando hay visitas más, que es como poner el sello de marido y ya me puedo poner a pensar otra cosa, que es lo que más me gusta, mientras los demás hablan (cuando hablan de los mismo). Tengo experiencia en asentir o negar y poner cara de yo no fui mientra me abstraigo. Puedo estar o parecer que estoy y pensar en mis cosas. Sin embargo para conseguir el punto de flotadora del eter necesito saber que él, mi marido, está bien, cómodo y a gusto, tenga el sello de marido puesto en mi rodilla o encualquier otra parte del cuerpo de su mujer. Si el está bien entonces floto, me encanta flotar por la casa.
A él le gusta la tele y las va encendiendo cuando pasa delante de ellas, las enciende como quien cumple un deber ineludible, luego se va a otro cuarto a encender otra tele. Llego después yo a ese lugar donde hay una tele encendida y la apago porque no me gusta la tele ni la voz que sale de ella. Un dia de estos mi marido y yo tenemos que llegar a un acuerdo con lo de encender y apagar las cuatro teles que hay en mi casa o ponernos de acuerdo en los turnos de llegar a las habitaciones, que nuestra casa no es un castillo y todo consiste en ponerse de acuerdo en los entrares y salires y los encederes y apagares de los diversos aposentos de los que disponemos.
No hay discusiones con el mando de la tele porque a mi la tele me da repelús, incluso apagada me da grima, ni la dos, el canal de los documentales, para que nos vamos a engañar.
Es estupendo tener distracciones diferentes, eso hace que nos mantegamos unidos el por su lado y yo por el mio. Claro que ya me he dado cuenta que no es conveniente comentar las jugadas. Yo no te cuento sobre las historietas que he escrito porque a la mitad se te cierran los ojitos azules tan lindos que tienes, esos que abres al final de la historia conteniendo el bostezo y diciendo siempre lo mismo: ¡Muy bonita! Te cuente lo que te cuente, que ha me he dado cuenta.Una ves te conté un poema larguísimo y malísimo, con hadas y estrellas y almas y corazón y esas cosas que pican y tú como si nada, poniendome la carita atenta y la pestaña a medio cerrar, que te conozco, al final lo mismo ¡Muy bonita!. Como te aprecio no te voy a someter a la lectura de mis somníferos poemas. Es que hay que ser considerado, no sabes lo que te agradezco que tu a mi no me cuentes las intervenciones de los políticos en los foros esos y menos aún sobre quien se acostó con quién y lo que cobró por contarlo.
Esto es amor, de verdad te lo digo cielo, el no atormentarnos sin necesidad ninguna.
De vez en cuando nos reunimos en nuestra casa mediana, por ejemplo a la hora de comer y también para dormir, porque dormir y otros asuntos de lechos conyugales que ustedes comprenderán que no les cuente los detalles ni siquiera los por encima y menos aún los por debajo y me he vuelto a perder ¡Ah si! Que cuando nos reunimos para comer, nos contamos las cosas que nos ha ocurrido el por su parte de la casa y yo por la mia, y una vez nos narramos las incidencias acontecidas, añadidas a los aconteceres de lo que me ocurre a mi fuera de casa, porque el es habitante vitalicio y no sale casi nunca, entonces, cumplida la obligación conyugal de contar las cosas que no tienen importancia y guardar para una lo que de verdad importa, pues nos ponenos a comer. Y de repente, ocurre esa cosa que me dan unas ganas de comermelo a besos, a mi marido, pero claro, tengo que seguir comiendo lo que tengo en el plato porque con todo no puedo, y si hay algo que no soporto es la sensación de plenitud, hay que dejar un huequecito en el estómago, eso dicen los dietistas que salen por las mañanas en las teles que mira mi marido, el de la risa redonda. Además, el es el que hace y pone la comida en la mesa, y yo soy muy respetuosa con el trabajo de los demás, aunque sea el de mi marido.
Dice algo tan gracioso que me muero de la risa, se me olvida entonces los malos rollos del dia, todo se pone en su sitio y me alegro de estar en mi casa al lado de mi marido, al que tanto quiero y que me hace reir justo cuando menos me lo espero. Un marido jardinero y risueño, además de guapo, que entiende lo de las locuras de mis escribideras y que pone bajito las cuatro teles para que me pueda concentrar.
No saben ustedes lo que se agradece estos delicados detalles.
Tu Voz1512 lecturas, 5 comentarios
No sé que decirle a usted señorita escritora, porque usted ya sabe que el texto es muy bueno. Le hablaré del tiempo...en Valencia llueve...ya sabe Zeus se ha enfadado...Un diez de nuevo Briseida. Enhorabuena.