Recuerdo haber soñado con los ojos abiertos,
las manos alzadas, los pies descalzos
y la luna, en la cara.
Recuerdo haber sentido el corazón,
el alma, las caricias, la alegría.
Recuerdo, haber amado con ansia,
querido con desmedida avaricia,
deseado como si en ello, me fuera la vida.
Recuerdo, eso es lo que me queda,
recuerdo que se enreda en mí
como el sol a la primavera
o la verde yedra a lo que nunca queda
y, en dos besos, trepa, asciende… vuela.