Volaste buscando libertad,
extendiendo tus alas,
amplias e interminables.
Tropezaste con vientos dulces,
con sabor a miel,
olor a nuez,
labios de azúcar.
Yo también volaba,
buscaba,
y estaba listo para saciar tu sed.
Nos enredamos,
nos abrazamos,
con nuestras alas.
Dejamos de volar,
siendo arrastrados en caída libre,
a un mismo precipicio.
No importaba morir,
porque ya había muerto por falta de ti,
y ahora con todo de ti,
la muerte es nada.