El tiempo es algo que corre rápido, algo que tiene la costumbre de volar cuando más despacio necesitas que pase...
Nunca fue algo bonito el ver llegar según qué horas y darte cuenta del final de ciertos momentos dados al recuerdo como un pasaje digno de encomio. Sincero, exacto, puntual y merecedor de odio cuando agota la existencia de los pocos gozos que deja a su paso.
Que hace viejo al hombre, que crea surcos en la piel de niños pasados muchos amaneceres, que crispa al que necesita descansar y obliga al freno del que disfrutar quiere...
Algo que se para con presencias deseadas y con actitudes soñadas llevadas a una realidad que él marca, y junto a las barreras impuestas por el corazón, hace de sueños y visiones, hechos reales o imposibles...bucles de utopía y golpes tangibles directos al alma.
Una especie de galimatías de amor-odio el que crea, incomprensible a cada momento, sensaciones extrañas de placer, rubor, calor, olvido, recuerdo, sentir y creer.
Revivido en muchas letras de poemas, canciones, textos por su recuerdo, que es real, que es sentido por todos:
Es tiempo de lluvia,
tiempo de amarse a media voz,
de oír de nuevo el tic-tac del reloj.
Es tiempo de lluvia.
Con la presteza que da el alquiler,
olvida el aire que respiró ayer.
Juega las cartas que le da el momento:
"mañana" es sólo un adverbio de tiempo.
El tiempo pasa,
nos vamos poniendo viejos,
y el amor no lo reflejo como ayer,
y en cada conversación, cada beso, cada abrazo,
se impone siempre un pedazo de razón.
Ya sabemos que, " El tiempo es breve, la vida fugaz
Brevis aetas, vita fugax