Paseaba con mis amigos por el pequeño pueblo de mi abuela.
Nos pareció aburrido y un lugar donde solo había ancianos.
A Shara se le cayo un penique, y empezó a rodar y rodar, asta tropezar con una gran puerta de naranja chillón, al subí un poco la cabeza leímos un gran letrero polvoriento en el que ponía 'Open',a todos nos pico un poco la curiosidad y decidimos empujar la puerta, al abrirla vimos grandes estanterías con todo tipos de caramelos, con formas inimaginables y colores que no aviamos visto nunca, algunos parecían tener vida.
Había gominolas con forma de león que rugían mientras persignan a otras con formas de oso, monos de gominola que te escalaban y hacían cosquillas en el pelo.
A Tomas le llamo la atención, aquello que parecían refrescos, unos tan brillantes que dañaban los ojos y otros tan oscuros que no me atrevería a proba.
Todos fijamos la vista en una gran mesa donde había cinco refrescos con nuestros colores favoritos, cansados y sedientos decidimos tomárnoslo.
Al cabo del tiempo fuimos empequeñeciendo poco a poco asta alcanzar el tamaño de aquellas gominolas que vimos anteriormente,
Allí un anciano nos vio y nos cogió cuidadosamente, nos metió a todos en un frasco y mágicamente recuperamos nuestra forma original, el nos dio una pequeña charla de lo sucedido y nos invito a una gran merienda de pasteles majestuosos.
Nos contó que tendría que cerrar el negocio porque ya no iban jóvenes como nosotros, todos decidimos ayudarle, y limpiamos todas la gran sala de gominolas, llamamos a todos nuestros amigos y vecinos, y la tienda fue prosperando poco a poco asta el día de hoy.

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