Vuelve ángel frío de la soledad
a rondar en verano los pasillos
y otra vez separar pares de anillos
regresando así el miedo y la ansiedad.
Lento, sigiloso y sin brusquedad
va vaciando de vida los bolsillos
sin mostrar colmillos ni usar cuchillos
esperando torpeza y terquedad.
Un escalofrío convierte en hielo
a los corazones de ambos lados:
al enfermo esperando solo el cielo;
a los familiares esperanzados
sabiendo que el aliento del abuelo
por necedad lo han jugado a los dados.