Un día seré independiente
Creare mi fuerza desde cero
Pero mis ojos serán fuentes de lágrimas
Un día mi piel estará hecha de sueños
Que inevitablemente se cuarteará
acabando convertida en escarcha
Mientras el viento la borra de la tierra
Y andaré con los pies descalzos
Por miedo a perderme entre mi pena
Pero gozaré de esta falsa felicidad
como la que ofrece el inquisidor de Dostoyevski
siempre creyendo en la libertad
recluida entre el suelo y las paredes.