Hoy, en mi ensueño, he bajado
a las sombras del Hades,
a rescatarte, Madre,
de las fauces de Thanatos.
Y furtiva te he buscado
entre las tinieblas y los lodos
de los tiempos pretéritos.
Hoy, en otro aniversario aciago,
me tañe tu recuerdo a duelo,
triste, pausado, gélido.
Y es que mi abrazo sigue sin cederte
a una Muerte a la que nunca te entregaste,
pues ciclópea te enfrentaste
en batalla de Titanes.
Hoy mi alma se expande, se estira,
queriendo asomarse al abismo
donde caíste exangüe y vencida,
reino sin sol y sin luna.
Mas indefensa y desarmada, como tú,
se ciegan mis ojos y no te vislumbran,
quebrada mi voz ni el llanto se escucha,
¡cuánto me dueles aún!