Hoy piensas que ya te olvidé. Que te arranqué de mi corazón como por arte de magia y que ya no siento nada. Pero no has tenido en cuenta que no todo es tan fácil. Que la vida se me va porque tú no estás. Pensaba que iba a ser más sencillo. Que al sentirme decepcionado podría pasar página y no volver a tenerte en cuenta. Pero con el tiempo, con los meses, voy descubriendo que las cosas no son así.
Hoy, después de tanto tiempo, te vuelvo a echar de menos. No es que me sienta triste sin ti, es que apenas puedo respirar si no estás aquí.
Es difícil encontrar a alguien que te complemente. Sabes, esas personas que te conocen y las conoces más que a nadie, esas con las que nunca te aburres, con las que compartes tanto risas como lágrimas. Tu otra mitad. Y en el peor de los casos, tu vida entera. Con la única con la que te sientes tú mismo. Con quien compartes sueños e ilusiones.
Y un día, sin siquiera imaginarlo, se va alejando. Poco a poco, o simplemente de golpe. Lo peor de que sea poco a poco, es que no te das cuenta hasta que desaparece completamente. Tiene su vida, ya no te necesita.
¿Y luego ? Luego nada. Ya te olvidó. No te va a llamar para ir a tomar un helado. O para dar una vuelta y de paso contarte lo que le sucedió ayer. No. Ya no.
