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Lazos.

La gente suele preguntarme por qué soy tan reacia a abrirme a las personas. Siempre hay algún imbécil que me dice que debería ser más amable con cada primera conversación, que hable con la gente aunque los acabe de conocer. Me han preguntado tantas veces lo mismo, que ya he perdido la cuenta. Me lo han preguntado ya tantas veces, que hace tiempo que decidí no responder, simplemente me ciño en sonreír y hacer creer que lo acepto, aunque no sea así. Y quizá sea que ya he perdido la esperanza en la gente. Puede que haya confiado tanto en todo el mundo que he saturado todas las conexiones y han acabado explotando. Ya sabía yo que tanta felicidad en mí no era buena.

Y no sé por qué la gente no lo entiende. No sé por qué todos buscan conseguir esos lazos. A esa gente yo sí le preguntaría: “¿Y para qué? ¿Para qué esforzarte en conservar algo que no te mereces, o que sabes que, pronto, emprenderá su vuelo alejado de ti, olvidándose de todos los momentos, todos los instantes, sonrisas o llantos. Tirando por la borda de un precipicio los sueños ya rotos, las esperanzas truncadas, y cada una de las lágrimas que, derramadas o no, se te han clavado en el corazón, o en el alma, o donde quiera que se escondan los sentimientos que nunca has contado a nadie.” Porque aunque algunas personas no se quejen, o finjan que todo sigue como siempre, aunque te sonrían cada día o sean las primeras en preocuparse en que estés bien, si te fijas verás que sus ojos han cambiado, que la luz que transmitían ya no es la misma, y si miras dentro de su pupila, te darás cuenta de lo que en verdad está sufriendo.

Porque dicen que las personas que más sufren, o más han sufrido son las que dan los mejores consejos. Ahora entiendo por qué se me daba tan bien animar a la gente. Ser su confidente y salvarles de una caída a un pozo sin fondo. Yo estaba ahí, siempre, para todos, pero luego en la oscuridad de mi habitación, tras esas cuatro paredes, me cerraba herméticamente al exterior y me encontraba realmente sola. Siempre lo he estado, y por lo que veo, siempre lo estaré.

Ahora ya estoy preparada para responder, y a la próxima persona que me pregunte: “¿Por qué no dejas que la gente te conozca?”, La próxima vez que alguien saque el tema, tras un lento suspiro, sacaré mi mejor sonrisa y responderé con un: “Será que me he cansado de derramar lágrimas por gente que no la merece realmente, y de engañar a mis sentimientos convenciéndome de que realmente no me importa, aunque en el fondo me esté matando por dentro".
Deathxlove26 de noviembre de 2013

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