Solo podía escuchar los latidos de su angustia, la soledad se plagaba de silencio, la pesadumbre atormentaba los ecos de sus pensamientos, solo con su dolor estaba.
Su tiempo se encontraba en suspenso, frente a frente con su dolor, no había más que un pensar que le dolía, que parecía llevárselo todo.
Su ventana daba al mar, las olas prometían llevarse los recuerdos de su dolor lejos donde la melancolía no lo pudiera alcanzar.
Su vista perdida no tenía otro lugar donde mirar, estar solo e inmerso en el presente lo motivo a volar, pronto alcanzo el mar que mostraba su ventana.
Vio de cerca aquellas aves volar, la lluvia mojo su dolor, un arco iris lo pinto de color, para perderse en el horizonte de la vida.
Caminó sobre el mar hasta que la luna le mostró el camino, lo transito, atrás dejo su cuerpo, confiando que su dolor naufrague para siempre; mientras su cuerpo lo espera en paz, detrás de aquella ventana.
No, por favor Regina, no debes sentirte mal, simplemente el dolor como tu puedes comprender es inevitable, pero somos privilegiados de poder expresarlo.
Siempre es hermoso viajar al infinito y perderse en el horizonte, dejando atrás todos nuestros impedimentos y tristezas. Lo has desarrollado de una manera muy hermosa.
Muchas veces es esa ventana la única escapatoria al mundo de la imaginación y de los recuerdos felices de una mente demasiado consciente de cada una de las células de su cuerpo.
Hermosa proyección.
Un saludo