TusTextos

Revisando la Identidad (reflexiones)

Estamos imbuídos en una sociedad tan dislocada, tan del dislate continuo y continuado, que ya todo es cuestionado, todo es cuestionable y todo se debe revisar para poder demostrar, a quienes nos gobiernan (nos desgobiernan estaría mejor dicho) que estamos y permanecemos vivos; puesto que lo difícil hoy en día no es estar vivos de verdad sino poder permanecer dentro de la vida; algo así como si la vida la tuviésemos que ir mostrando a través de un inmenso embrollo de papeleos de un Negociado llamado Identidades. Y es que nuestras identidades, hoy en día y mañana también para peor suerte de todos, sólo son suficientes cuando parecemos cromos de la temporada. Cada año un cromo nuevo y con distinta camiseta para ir forjando un dibujo de nuestras personalidades perfiladas como si las quisiéramos rescatar de los olvidos.

Este mundo se está ya preguntando lo de ¿qué personalidad es la mía en este universo de instantáneas volátiles y solamente pasajeras? Todos somos ya pasajeros dedicados a llenar nuestros estuches (donde portamos todos los lápices de colores que necesitamos para ir cambiando de cromatidades) de pinceles afinados para pintar tal como el consumo nos indica. Y nos consumimos a la hora de elegir los mejores diseños de nuestras camisetas en esta primavera del bochorno. No lo digo por estar en contra de nadie sino que todo esto del mundo político y social que nos rodea es un bochorno tras otro bochorno que, a su vez, va tras otro bochorno y así hasta una cadena de bochornos que ya es infinita. Un universo de bochornos que, en realidad, siempre solventan nuestros gobernantes (a veces gobernantas) con ese refinado arte de la simulación gracias a que nos acicalan las ideas que creíamos inviolables. Están llenando nuestras células grises, las neuronas del conocimiento, con escándalo tras escándalo para que llegue el día, ya muy cercano, de que nada nos produzca escándalo alguno. Buena manera de ser maquiavélicos (y alguna que otra maquiavélica también) mientras intentan abrirnos las mentes no para soñar cómo queremos ser sino para ser lo que ellos quieren que seamos. Nos dejan vivir, que ya es pedirles bastante, pero no podemos ni vivir lo que queremos vivir y podríamos vivir si nos dejasen vivirlo.

En las boutiques de las apariencias ya sólo somos sombras convertidas en esquemas de la informatización. Formales informalizados según los caprichos de los jerifaltes de turno (y bastantes turnos tenemos ya en esto de las experimentaciones de las ideologías democratizadas y las que todavía tendremos que soportar pero que ya se ven en lontanaza acercándose cual jinetes de los apocalipsis diarios) que nos deforman la identidad en los mercados de la quincalla mitinera, hasta convetirnos día tras día y de manera machacona y hasta cachondona a veces, en retales o residuos orgánicos; sombras que queremos ser luces y, en definitiva, nos hacen pasar por locos en un mundo donde lo único valioso (todo lo valiosos que ellos crean que son sus valores mercadeados con total descaro) es esperar a que nos dejen solamente cantar un poco en las candilejas, a lo chaplinesco, cuando ya estamos bailando sobre una cuerda floja, tan floja que se ha convertido solamente en un hilo de araña.

¿Qué va a suceder cuando el hilo de araña deje de resistir y nos vayamos al barranco todos vestidos de blanco? Imaginemos un momento histórico en que todo el mundo se pone a gritar para poder sentir que estamos vivos y tenemos identidades todavía vivas. ¿Qué significaría ese universal grito para que, por fin, nos quisieran oír los sordos del contubernio politiquero del pan nuestro de cada día si es que podemos tener todavía suficiente para el pan? Me gustaría plantear esta pregunta existencial pero, la verdad sea dicha, es que el existencialismo ya no me interesa a la hora de desfilar por la vida al son de las justas reivindicaciones. Todo sea para bien (y parabienes se dan todos los ideólogos, con golpes en sus anchas espaldas dicho sea de paso, para salir bien beneficiados a la hora de repartirse nuestras identidades) y todo sea hasta que se agote ya la paciencia y demos todos los necesitados (las necesitadas también) ese salto hacia adelante que ya se acerca a ritmo cada vez más enloquecedor. ¿A dónde vamos a llegar con ese salto ya irresistible? ¡Ojalá que, lleguemos a donde lleguemos, caigamos de pie para poder revisar nuestras identidades no vaya a ser que nos olviden, una vez más, a la hora de convertirnos en seres humanos del mundo! Como nota aclaratoria es necesario decir que dicho grito revisador de nuestras identidades es ¡jodeeeeeeeeeerrrrr! Muchos ya lo están ensayando para no desaparecer en la nebulosa de los tiempos perdidos.
Diesel03 de mayo de 2015

Más de Diesel

Chat