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Todos Somos Historia (historia de una Goma / Amparo Lorente Martínez)

Comentario.- Amparo nos presenta un brevísimo pero brillante y hermoso cuento para hacernos meditar sobre el paso del tiempo y una importancia como seres que valemos para algo importante no sólo para nosotros mismo sino también para los demás; incluso aunque el número de personas para los que somos importantes sea solamente una (en este cuento de la goma se refiere a un niño). En este contexto de servir para sentirnos realizados y, al mismo tiempo, ayudar a otros a corregir sus errores el cuento tiene un mensaje claro y contundente: todos valemos para vivir. ¿Qué quiere Amparo decir con esto de vivir? Que lo primero que sentimos, cuando ya tenemos uso de razón, es una gran necesidad de que alguien nos quiera para algo, aunque sea algo tan sencillo como sucede con la goma. De repente, cuando entramos en la adolescencia comenzamos a sentir ese ímpetu, ese saber que algún día tiene que haber alguien que nos necesite y sentimos, por eso mismo, que estamos frescos, que irradiamos alegría, que queremos hacer feliz a otro ser. No nos habla Amparo de multitudes sino, ¡qué gran mensaje!, de una sola persona: un niño solamente. No hace falta que seamos imprescindibles para un gentío enorme, para una masa de personas que nos adora sin saber por qué y para qué y que, muchas veces, no nos conoce de nada. Lo que nos está diciendo Amparo es esa realización personal que nos da frescura, que nos da el olor de vivir con plenitud, que podemos ser líderes en el momento en que alguien necesita que le ayudemos a salir de algún apuro, de algún momento malo, de un error, de una equivocación. La goma sirve para todo eso y se siente feliz precisamente porque sirve para todo eso.

Cuando somos niños sabemos que tenemos una familia, un grupo de personas humanas que nos dan el calor familiar, la protección que necesitamos... pero eso no tendría mucho valor si no nos sirviese, además, para estar bien preparados porque el futuro nos llama a ser partícipes de algo, de desarrollar un papel en el teatro de la vida. La goma de borrar necesita y desea ser importante para alguien y no quiere envejecer y morir sin haber cumplido con ese papel social. Así que llegará el día en que tendrá que vivir la aventura que está soñando, la experiencia que está queriendo llevar a cabo. De ahí la sensación de inquietud al ver que pasan los días, las semanas y los meses, hasta es posible que algún que otro año, sin poder conocer nada más que las cuatro paredes de su caja (la familia junto con sus hermanas) dentro de la papelería (la sociedad que forma el conjunto de todos los utensilios que necesitan los niños para cumplir con sus tareas escolares). Y la goma del cuento ve cómo algunas de sus parientas lo está consiguiendo mientras que ella sigue esperando, al principio pacientemente pero después con mayor cantidad de nervios, hasta que algún niño la elija para su equipo escolar. ¡Formar parte del equipo! ¡Eso sí que es una gran aventura vital para todos nosotros seamos hombres o seamos mujeres!

La goma de borrar se da cuenta de que ha comenzado a ser importante porque ya sirve a alguien que la utiliza para corregir sus errores mientras a ella le encanta, le gusta, le aporta dicha y felicidad mientras se ve, se cree y se siente, necesaria. Ha salido del lugar de su entorno familiar y ha comenzado su periplo vital en el entorno social de alguien que se está realizando gracias a los elementos que utiliza para serlo; y en ese contexto la goma de borrar es uno de los principales junto al lapicero del cual hasta se llega a enamorar porque le siente compañero, amigo de viaje, pieza fundamental para que ella también exista. Con los seres humanos pasa exactamente igual y el ejemplo que ha elegido Amparo Lorente Martínez lo pone de relieve y nos lo da a conocer de manera sencilla, con un lenguaje claro y comprensible, lejos de las tortuosas explicaciones seudocientíficas llenas de palabras raras de escribir y mucho más raras de comprender. No es necesario ser Sigmund Freud ni ninguna clase de existencialista complicado y retorcido como para escribir algo tan profundo y tan interesante como esta "Historia de una goma". Y es que la goma sabe que está ahí, en el mismo epicentro de la realización de un ser humano que la necesita para corregir errores. ¿Qué mejor utilización de nuestras vidas que servir de correctores y correctoras de otros muchos que se equivocan y necesitan borrar su equivocación para seguir adelante? Y, por otro lado, está lo del salir del entorno familiar para adentrarnos en el entorno social; abandonar lo que ya nos resulta aburrido porque es solamente cotidiano y lanzarnos a vivir aventuras nuevas, sensaciones nuevas, realizaciones con las que nos sentimos plenos del todo. No se trata de hacer lo que nos da la gana, y no servir para nada, sino de hacer lo que, en verdad, nos sirve de provecho a nosotros mismos y, a su vez, al conjunto de la sociedad a la que pertenecemos. Aventuras positivas. Aventuras creativas. Aventuras con principios de tal naturaleza que nos damos cuenta de que son valiosas porque nos realizan y realizan a los demás en el camino de lo correcto. El niño se equivoca muchas veces pero ahí está la goma para cumplir con su papel social de corregir lo que el niño ha escrito mal. ¿Y no es eso una hermosa manera de vivir? Sí. Esa es una hermosa manera de crecer en nuestra realización personal con la misión de servir para la realización de otros que nos necesitan a veces con mucha urgencia. La goma siempre está dispuesta para ello y lo hace sintiendo felicidad. Trabaja para los demás pero es feliz cuando ve que los demás actúan bien gracias a que con ella corrigen sus errores.

En este cuento de Amparo hay algo especial muy importante. Nos guía a la conclusión de que todos somos inteligentes y todos valemos para hacer algo, una sola cosa o muchas cosas según sean nuestros dones y nuestros talentos, que nos hace sentirnos parte importante de un conjunto total que se llama humanidad a la que pertenecemos. Y esto hace que nuestra personalidad se desarrolle bien y sin problema alguno cuando estamos sirviendo justo de la manera que deseamos servir. La goma es feliz siendo goma y sería infeliz siendo cualquier otra cosa. Esto es muy interesante de entender: dentro de nuestras esferas sociales nos realizamos si conseguimos hacer aquello que siempre deseamos ser. No importa si lo que te gusta es ser goma porque es lo que te gusta. A otros les gusta ser lapicero y se sienten felices si consiguen ser lapicero, o cuaderno de apuntes, o cartabón, o plastilina, o mochila donde llevar los libros. Lo importante de todo ello, como se ve en el cuento de Amparo, es que aquello que estés haciendo te llene del todo, te sea enteramente satisfecho y te satisfaga, te haga notarte a ti mismo o a ti misma,¡y qué importa lo que digan los demás de ti cuando tú te has realizado y tus críticos te envidian porque ellos no lo han conseguido!, que eres importante. Sí. Eres importante aunque seas una goma o, precisamente, por ser una goma. Pensemos que las grandes aventuras, las maravillosas aventuras de nuestras vidas, se componen de un gran número de pequeñas aventuras diarias que, todas ellas juntas, se convierten en una de enormes dimensiones. A eso lo llamo yo felicidad y eso transmite perfectamente bien Amparo Lorente Martínez con "Historia de una goma".

Después llega lo de ir desapareciendo poco a poco, llegando al final de una vida que tuvo verdadero sentido porque tuvo verdadero contenido. Volvemos a hacernos pequeños, diminutos, lo mismo que le sucede al lapicero y a los demás objetos materiales que pasan a ser obsoletos y abandonados en el rincón de algún cajón de la mesa del trabajo de un niño que ya se está haciendo hombre o de una niña que ya se está haciendo mujer. La goma se hace diminuta pero su labor ha sido de gigante. Y eso lo transmite, sensacionalmente bien, la autora de este hermoso cuento.


Diesel03 de octubre de 2017

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