Días de gloria vacíos de nostalgia. Sigue el esperpento humano surcando los mares de cerebros vírgenes, de poemarios plagiados, de secuelas de momentos de elevación. Ya se acusa una falta de público en la escena de cualquier crimen pasional. Todo porque es una inmensa obviedad. Los días arrebatan las últimas ideas; galletas agusanadas de naves engañosas. Vayamos, pues, entre los valientes suicidas de un simple verso. No. Parapetados en la irónica razón de jugar a ser, acabamos entrelazando lianas, o huyendo entre mareas, como el simio muerto o su pareja abatida. España sabe bien delimitar sus fronteras; ni humanos ni animales. Somos, una parte carnívora del verbo que se acomoda al lujo de los tahúres. ¡ Bien por cualquier encuesta a pie de calle ! Triunfará el juego del patetismo frente a la vorágine de la falta de tumbas. A nadie importe al hambre mientras los orinales no se arrojen por las ventanas o tengamos reyes para perpetuar la especie.

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