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Estoy Sola

No vengo a dar el típico discurso que hubiera dado hace unos días, o quizás hace tan solo unas horas.
Todo lo que me has dicho aunque me ha dado ese vuelco de 180º también me ha recompuesto, modo ave fénix, ya me entiendes. A veces me asombro del poder del dolor, de las palabras que se clavan y de las expectativas que como vaso endeble de cristal se parten en pedazos. Porque sí, lo tiraste, y lo siento, no cuenta que fuera sin querer.

Lo que si quiero ahora es dejar de mentirme. Me he ido contando en mi victimismo que nadie me quiere y que me encuentro sola en este mar tan inmenso. Se lo he contado a mucha gente, con la esperanza de que alguien me reafirmara mi propia historia. Ahora me doy cuenta de que, no era una historia, era una realidad sin necesidad de ser dramatizada, pero una realidad tan dura de asumir que preferí crear un papel para sentir que dolía un poco menos, cuando en el fondo lo que estaba haciendo es arder más que menos.

Estoy sola porque vine sola, porque nadie puede jugar el juego de mi vida siendo yo, porque nadie tiene el poder de sentir a cada instante lo que recorre mis venas. Qué obvio ¿verdad? Para mí lo es desde hace relativamente poco pero lo suficiente como para dejar constancia aquí de que lo que se viene es un antes y un después. De esos momentos en los que miras atrás y recuerdas ese día como si fuera ayer, de esa tinta china que te cala en la piel y llega hasta tus venas, de la cicatriz que se queda para siempre recordándote que dolió mucho, pero que adiós y cuenta nueva.

Estar sola nunca ha supuesto un problema para mí, pero sentir que la responsabilidad de mi vida es solo mía era aterrador. Porque es mejor tener a alguien a quien culpar, alguien a quien pedirle que te salve de tu propia mierda, alguien a quien exigirle cuentas, alguien a quien poder acudir cuando te pierdas. Y no quiero que me malinterpretéis, no dejaré de pedir ayuda cuando la necesite, pero durante toda mi vida ojalá haber pedido solo eso. He tenido la gran ignorancia y atrevimiento de pedir un amor más grande que el que yo misma me tengo, y no queda ahí todo, me he enfadado cuando no me lo han dado, como cuando pedía chucherías de pequeña y me las negaban, así me he sentido todo este tiempo, una niña abandonada que creció con la falsa esperanza de que en algún instante apareciera alguien y me despertara de esta pesadilla.

Ese día ha llegado. La pesadilla no era el abandono, era la falsa creencia de que el mundo tenía que salvarme de mi propia locura, la pesadilla era mi mente haciéndome creer que tenía pesadillas. La pesadilla, en el fondo, era mentira. Y por fin, he despertado.

Doblelopez26 de marzo de 2023

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