Estoy en ese punto en el que yo soy mi mejor compañía, en el que intento encajar en los lugares de antes y ya no me encuentro ahí. Pero al mismo tiempo me cuesta asumirlo, me cuesta volver a mi cueva donde fui feliz mil veces sin darme cuenta. He crecido, he cambiado y sin saberlo lo he hecho demasiado. Las conversaciones de siempre ya no me dicen nada. ¿Cómo te explico que vivo en otro mundo completamente diferente mientras tu vives en el de siempre?
Observo a mi yo pequeña, la que fue feliz en esos lugares, pero la realidad es que ahora se le hacen pequeños y que sabe que hay cosas que no se pueden forzar. Sé que la vida es un juego pero ya me aburre la gente que se lo cree tanto y que no se da cuenta de ello.
Quiero mirarte y ver más allá de tu ego, necesito que me hables con el alma, que te dejes de las tonterías de siempre, que seas capaz de mirar a tu propio corazón, que te atrevas a hablarte sin miedo a lo que vas a encontrar, que tengas el coraje suficiente para romper todos los esquemas con tal de ser fiel a ti, que te salgas de lo establecido, que seas capaz de hacer lo que sientes sin miedo al qué dirán. Quiero mirarte y ver que vives, no que estás sobreviviendo, quiero estar con gente que esté viva y que se atrevan a ser ellos mismos.
Y quizás ahí está el problema, que la mayoría del mundo no se atreve a serlo, porque solo los valientes somos capaces de ir quitando capas sin pensar en las consecuencias. Y mientras tu te desnudas la otra persona se pone aún más cosas encimas y es normal ya no conectar. Da pena, pero la vida es eso, cambiar y evolucionar.
Uno no puede pretender cambiar internamente y que externamente todo siga igual.
