Hace tiempo que no le escribo a los años, y hoy no iba a ser menos, hoy me escribo a mí. Por primera vez en mi vida empiezo el año queriéndome de forma plena, sin dudas. Al finalizar el año me preguntaban: ¿qué cambiarías de ti? Y la verdad es que nada. No es una respuesta de orgullo, o falta de consciencia en las cosas que puedo mejorar, es una respuesta de serenidad y coherencia conmigo misma. En 2022 he aprendido a ser mi mejor amiga, a cuidarme y quererme más que a nadie, y eso ha tenido muy buenos frutos. Elegirme una y otra vez, elegirme antes que a mi miedo, elegirme cuando no me han elegido, quedarme cuando han amenazado con irse, permanecer firme ante la soledad ha sido mi mayor logro que no olvidaré jamás.
Y ese es el motivo por el que no le pido nada a este nuevo año, ni a la vida, ni a nadie. Tomar consciencia de que de verdad todo depende de mí es una gran liberación. Al principio me daba miedo soltar el control, dejarme llevar por la intuición, pero la verdad es que duele mucho vivir según patrones mentales. Ahora me siento más yo que nunca y siento que será el punto de inflexión que haga que mi vida este año tenga un color diferente. Me veo capaz de todo, me siento segura de mí misma, sé que puedo hacer lo que quiera si pongo mi energía y foco en ello.
Gracias vida, por permitirme vivir.
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