Ha vivido siempre diciendo que las sonrisas son sus mejores amigas, fieles aliadas que están ahí cuando más las necesita, pero quizás ya nada es igual. De repente un día las sonrisas no salen, hacen el amago de salir pero se esconden. El ritmo disminuye, no hay necesidad de ir tan rápido como siempre. Sin embargo ella se siente plena, entera, seguramente mucho más estable que nunca, en paz consigo misma. ¿Qué ha pasado? Se pregunta.
Quizás muchas de esas sonrisas eran un intento de ser aceptada por la sociedad, una forma subconsciente de hacer saber a los demás que ahí estaba, una forma más de pedirle al mundo que la mirara. La verdad es que se siente diferente, más libre aunque menos alegre. Ahora se pregunta cuántas veces fue algo que no quiso ser, y cuántas fue ella de verdad.
No solo se han esfumado muchas de las sonrisas, también se han perdido muchas cosas por el camino, muchos patrones, muchos automatismos que venían arrastrados por esas sonrisas. Seguramente vuelva a sonreír, pero será más libre, más ella, porque sí, aún está ahí, en ese camino de conocerse y de responder a la pregunta ¿quién soy?