Silencio
No hay palabras, sólo sentimientos en espiral. Las horas sin ser tu pequeña se han convertido en días, reducidas a los escombros de los recuerdos que guardo conmigo. No te das cuenta, pero todo tiene un límite, y tú has llegado y lo has desgarrado, has querido deshacerte de él como la arena se resbala entre los dedos. Me has sobrepasado hasta desarmarme, no sé distinguir lo complicado de lo simple... Pero estas palabras no son más que susurros premeditados en la oscuridad, en la lluvia de mis pestañas, que le rezan a tu subconsciente para que te mande alguna señal, un pellizco quizás, de que me estás destruyendo por dentro poco a poco.
Los días aquí, lejos de ti, podrían recibir cualquier nombre excepto vacaciones. Pasan lentos, tristes, insípidos. Pierdo la esperanza de todo, me rompo en trozos y me entretengo tratando de volverlos a pegar con mis lágrimas de pegamento. Se desarman una y otra vez más, sobretodo recibiendo esas balas que atraviesan 600km para impactar directamente sobre mi pecho. Y siento agobio, y me ahogo, y se me corta la respiración...
A pesar de ello, puedo adivinarte impasible sobre la cama, no contento con ello, envuelto en un orgullo que supera cualquier expectativa. En un silencio que me está dejando sorda, que comencé aplicando como terapia para que te dieras cuenta de que hay cosas que me duelen, que no puedo soportar que hagas...
Que esto no es un juego, aunque bien cierto es que puedes ganarme o perderme. Parece que la última opción se te antoja más atractiva que yo... No me decepciones una vez más, por favor. Piensa en mí, en nosotros, en ti o en lo que quieras, pero esto no puede seguir así. Tú, y sólo tú, tienes el poder de elegir el curso que quieres que tomen las cosas.
Lo desesperante es que eliges guiándote por tu interés, y quizás deba recordarte lo que una simbiosis significa, porque este camino está resultando letal para mí.
