Al ladrido de los ecos inundado de silencio,
con apenas parpadeos presumiste de mi vida,
y hoy el brillo de tus ojos tiene brillo en mis heridas
y en las patas de sillones sin tu oscura compañìa.
Al jardìn sin su patròn, tu casita destruida,
tus correas de la suerte, tus ramitas recogidas
que rasguñan mi recuerdo ahuyentàndome tu vida...
Que maldito tu delirio, tu locura desmedia.
A tus miedos ostensibles, a tu lengua humedecida,
al galope compulsivo que emprendiste dia a dia,
a las patas temblorosas que marcaron tu partida...