Nuevo Teorema de la Gravedad
"No solo volábamos en círculos, a veces jugábamos a ser perfectos".
Caímos sin hacer caso a los principios de la gravedad, sin que nos importara el daño que nos provocara rodar por el universo de nuestra cama.
Le dimos la patada a las leyes de Newton y descubrimos por nuestra cuenta eso de:
La teoría de la aceleración de los cuerpos.
Esa que explota sin avisar en el paladar de tu boca y continúa por debajo de tus modales y que por más peligrosa que sea, nosotros tendíamos a ejercerla.
Caímos, en el vértice de un círculo y dimos giros en cuadrados por una línea recta, guiados por copas de alcohol con más grados que dos ángulos llenos.
Con el otoño de por medio, entre mi invierno y tu verano, entre mi tono frío y azul pálido y tu rojo intenso de labios, pasó la primavera sin avisar y nos pilló completamente desnudos.
Y mientras caíamos, yo me iba acercando a ti, como el compás del tiempo en un ir y venir de sensaciones, buscando vestir relojes de mano para desnudar segundos de gravedad.
Porque nosotros éramos amantes jugando a no querernos en silencio, o eso era lo que me gustaba pensar cuando nadábamos en charcos de lujuria en nuestros días sin fecha.
Y ahora, al saber que te fuiste borrando tus huellas, uso reloj de bolsillo para no quemarme con tu recuerdo y tiendo a girarme sobre mis pasos para ver si estás ahí.
Para ver si aún queda algo de nuestro Teorema de la aceleración de los cuerpos.
Memorias de un Joven Escritor.
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