Un día elegimos la palabra
para decir aquello que no sabemos
para nombrar esas incógnitas oscuras
el amor, las ganas de fumar, la guerra, la alegría o la muerte.
Escondimos nuestro sexo en el sueño
y nos disfrazamos de árboles para parecer ángeles de la tierra.
En vano disimulamos el conocimiento
y negamos ser lo que somos,
ignorantes de nosotros mismos y del caos y el cosmos.
Después, alguien dijo Dios, y fue un espanto
aquello que en su nombre hicieron.
Porque antes del principio era el silencio
y todavía no hemos logrado, conjugar el Verbo