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Yo Maté a Dios En Somalia

Somalia padece ahora una hambruna atroz.

Mientras escribo este poema blanco,
una niña negra, como una rosa negra, en un destino negro
agoniza de hambre, y no es literatura.

Yo me parezco a las Naciones Unidas.
Digo cosas pero hago nada.

Sigo teniendo buen sexo, derrocho comida, rezo
y el cura de la esquina alivia mi conciencia con el perdón divino.

Después de todo, soy un buen tipo, pago mis impuestos
y solamente robo de un modo legal, no quiero tener problemas.

La Televisión anuncia que la bolsa sube y baja y muchos pierden mucho
mientras pocos ganan más. No es noticia la niña de Somalia.

A veces pienso que Dios es algo más que la mancha de tinta en el papel bíblico.
¿Y si fuera Él…. la niña de Somalia, la que acaba de morir, antes de terminar este poema?




Fabio07 de septiembre de 2011

66 Comentarios

  • Indigo

    Ese Dios se emborracha con petróleo, ese Dios, el del oscuro Nóbel de la paz y sus mafiosos compinches, ostenta diamantes sangrientos, fuma marihuana con cocaína, ese Dios, el que permite que lancen 60 mil bombas amistosas a los niños de Libia, no a Kadafi, ese Dios es un hijo de p...
    Mira esta perla Favio, como para engrosar el prontuario criminal de los gobernantes de países "del primer mundo" y ese su Dios fantástico: En el mar territorial de Somalia, esos bondadosos creyentes pescan y se llevan ilegalmente 500.000 toneladas de atún anualmente. El hambre de Somalia tiene culpable y no son los habitantes que la padecen, los culpables.
    Poquísimos aquí tocan estos temas, no da comentarios, no va a favoritos, no interesa.

    Valoro por escribir así mi amigo.

    07/09/11 01:09

  • Cadencia

    Creo que hay que hacer más que decir,vender la conmutadora, ahorrar lo de Internet vender todo lo posible e irse a ayudar a Somalia a yudar. Así te lo aplaudo y yo elevaré a Dios un rezo porque un hermano dejó todo por los más necesitados

    07/09/11 07:09

  • Serge

    Fabio:
    Es indiganante todo lo que sucede en el mundo. Por el maldito dinero se destruye la humanidad. La buenas intenciones no hacen eco porque la mayoria lamentablemente esta cortada por el mal.
    Aclaro que nadie es santo y mi intención no es juzgar simplemente es la realidad.

    Un gusto leerte.

    Serge.

    07/09/11 07:09

  • Norah

    Un hombre blanco perfectamente bien alimentado observa cómo una niña africana se muere de hambre ante la mirada expectante de un buitre. El hombre blanco hace fotos de la escena durante 20 minutos. No es que las primeras no fueran buenas, es que con un poco de colaboración del ave carroñera le salía una de premio, seguro. Niña famélica con nariz en el polvo y buitre al acecho: bien; no todos los días se conseguía una imagen así. Pero lo ideal sería que el buitre se acercara un poco más a la niña y extendiese las alas. El abrazo macabro de la muerte, el buitre Drácula como metáfora de la hambruna africana. ¡Ésa sí que sería una foto! Pero el hombre esperó y esperó, y no pasó nada. El buitre, tieso como si temiera hacer huir a su presa si agitara las alas. Pasados los 20 minutos, el hombre, rendido, se fue.

    07/09/11 07:09

  • Norah

    Un hombre blanco perfectamente bien alimentado observa cómo una niña africana se muere de hambre ante la mirada expectante de un buitre. El hombre blanco hace fotos de la escena durante 20 minutos. No es que las primeras no fueran buenas, es que con un poco de colaboración del ave carroñera le salía una de premio, seguro. Niña famélica con nariz en el polvo y buitre al acecho: bien; no todos los días se conseguía una imagen así. Pero lo ideal sería que el buitre se acercara un poco más a la niña y extendiese las alas. El abrazo macabro de la muerte, el buitre Drácula como metáfora de la hambruna africana. ¡Ésa sí que sería una foto! Pero el hombre esperó y esperó, y no pasó nada. El buitre, tieso como si temiera hacer huir a su presa si agitara las alas. Pasados los 20 minutos, el hombre, rendido, se fue.

    07/09/11 07:09

  • Norah

    No se debería de haber desesperado. Una de las fotos se publicó en la portada de The New York Times y acabó ganando un premio Pulitzer. Pero incluso así se desesperó. Y mucho. El hombre blanco era un fotógrafo profesional llamado Kevin Carter. A los dos meses de recibir el premio en Nueva York se suicidó.

    Hay dos preguntas. La primera, ¿por qué se suicidó? La segunda, ¿por qué no ayudó a la niña? La respuesta a la primera es relativamente fácil. La respuesta a la segunda es más interesante. Remontemos.


    07/09/11 07:09

  • Norah

    No se debería de haber desesperado. Una de las fotos se publicó en la portada de The New York Times y acabó ganando un premio Pulitzer. Pero incluso así se desesperó. Y mucho. El hombre blanco era un fotógrafo profesional llamado Kevin Carter. A los dos meses de recibir el premio en Nueva York se suicidó.

    Hay dos preguntas. La primera, ¿por qué se suicidó? La segunda, ¿por qué no ayudó a la niña? La respuesta a la primera es relativamente fácil. La respuesta a la segunda es más interesante. Remontemos.


    07/09/11 07:09

  • Norah

    Kevin Carter nació en Suráfrica en 1960, dos años antes de que Nelson Mandela empezara su condena de 27 años de cárcel. Al llegar a la adolescencia empezó a entender que ser blanco en Suráfrica significaba ser una de las personas más privilegiadas de la Tierra y, al mismo tiempo, cómplice de una atroz injusticia. Cumplidos los 24 años, Carter descubrió que el periodismo era el terreno donde libraría su guerra particular contra el apartheid.


    Comenzó su carrera en 1984, cuando las poblaciones negras en las periferias de las grandes ciudades -como Soweto, que estaba al lado de Johanesburgo- se convirtieron en campos de batalla. Jóvenes militantes negros, cuya única fuerza residía en su ventaja numérica, lanzaban piedras a los policías y a los soldados, que respondían con gases lacrimógenos, balas de goma o balas de verdad. Cientos murieron, miles fueron encarcelados. Soweto ardía, y allá, casi permanentemente instalado, estaba Carter, fotógrafo novato de The Johannesburg Star, expiando su culpa.

    07/09/11 07:09

  • Norah

    Kevin Carter nació en Suráfrica en 1960, dos años antes de que Nelson Mandela empezara su condena de 27 años de cárcel. Al llegar a la adolescencia empezó a entender que ser blanco en Suráfrica significaba ser una de las personas más privilegiadas de la Tierra y, al mismo tiempo, cómplice de una atroz injusticia. Cumplidos los 24 años, Carter descubrió que el periodismo era el terreno donde libraría su guerra particular contra el apartheid.


    Comenzó su carrera en 1984, cuando las poblaciones negras en las periferias de las grandes ciudades -como Soweto, que estaba al lado de Johanesburgo- se convirtieron en campos de batalla. Jóvenes militantes negros, cuya única fuerza residía en su ventaja numérica, lanzaban piedras a los policías y a los soldados, que respondían con gases lacrimógenos, balas de goma o balas de verdad. Cientos murieron, miles fueron encarcelados. Soweto ardía, y allá, casi permanentemente instalado, estaba Carter, fotógrafo novato de The Johannesburg Star, expiando su culpa.

    07/09/11 07:09

  • Norah

    Kevin Carter nació en Suráfrica en 1960, dos años antes de que Nelson Mandela empezara su condena de 27 años de cárcel. Al llegar a la adolescencia empezó a entender que ser blanco en Suráfrica significaba ser una de las personas más privilegiadas de la Tierra y, al mismo tiempo, cómplice de una atroz injusticia. Cumplidos los 24 años, Carter descubrió que el periodismo era el terreno donde libraría su guerra particular contra el apartheid.


    Comenzó su carrera en 1984, cuando las poblaciones negras en las periferias de las grandes ciudades -como Soweto, que estaba al lado de Johanesburgo- se convirtieron en campos de batalla. Jóvenes militantes negros, cuya única fuerza residía en su ventaja numérica, lanzaban piedras a los policías y a los soldados, que respondían con gases lacrimógenos, balas de goma o balas de verdad. Cientos murieron, miles fueron encarcelados. Soweto ardía, y allá, casi permanentemente instalado, estaba Carter, fotógrafo novato de The Johannesburg Star, expiando su culpa.

    07/09/11 07:09

  • Norah

    La gran ironía de la historia reciente de Suráfrica es que cuando salió Mandela de la cárcel en 1990, cuando empezó el proceso de paz que condujo cuatro años después a la democracia, se desató una violencia mucho mayor. Durante casi la totalidad de aquellos cuatro años, Soweto y otra media docena de poblaciones negras en los alrededores de Johanesburgo vivieron una anarquía asesina demencial, nutrida por opositores al proyecto democrático, en la que murieron unos 12.000. Allí, una vez más, estaba Carter. Todos los días. Se presentaba temprano por la mañana a los campos de la muerte, como se presentan los oficinistas a sus lugares de trabajo.

    07/09/11 07:09

  • Norah

    La gran ironía de la historia reciente de Suráfrica es que cuando salió Mandela de la cárcel en 1990, cuando empezó el proceso de paz que condujo cuatro años después a la democracia, se desató una violencia mucho mayor. Durante casi la totalidad de aquellos cuatro años, Soweto y otra media docena de poblaciones negras en los alrededores de Johanesburgo vivieron una anarquía asesina demencial, nutrida por opositores al proyecto democrático, en la que murieron unos 12.000. Allí, una vez más, estaba Carter. Todos los días. Se presentaba temprano por la mañana a los campos de la muerte, como se presentan los oficinistas a sus lugares de trabajo.

    07/09/11 07:09

  • Norah

    La gran ironía de la historia reciente de Suráfrica es que cuando salió Mandela de la cárcel en 1990, cuando empezó el proceso de paz que condujo cuatro años después a la democracia, se desató una violencia mucho mayor. Durante casi la totalidad de aquellos cuatro años, Soweto y otra media docena de poblaciones negras en los alrededores de Johanesburgo vivieron una anarquía asesina demencial, nutrida por opositores al proyecto democrático, en la que murieron unos 12.000. Allí, una vez más, estaba Carter. Todos los días. Se presentaba temprano por la mañana a los campos de la muerte, como se presentan los oficinistas a sus lugares de trabajo.

    07/09/11 07:09

  • Norah

    La gran ironía de la historia reciente de Suráfrica es que cuando salió Mandela de la cárcel en 1990, cuando empezó el proceso de paz que condujo cuatro años después a la democracia, se desató una violencia mucho mayor. Durante casi la totalidad de aquellos cuatro años, Soweto y otra media docena de poblaciones negras en los alrededores de Johanesburgo vivieron una anarquía asesina demencial, nutrida por opositores al proyecto democrático, en la que murieron unos 12.000. Allí, una vez más, estaba Carter. Todos los días. Se presentaba temprano por la mañana a los campos de la muerte, como se presentan los oficinistas a sus lugares de trabajo.

    07/09/11 07:09

  • Norah


    Yo también me presentaba allí, pero con menos frecuencia y más tarde. Siempre que llegaba a estos lugares, en pleno tiroteo o minutos después de una masacre, ahí veía a Kevin Carter, sudado, polvoriento, bolso sobre el hombro, cámara en mano. A él y a sus tres amigos fotógrafos, Ken Oosterbroek, Greg Marinovich y João Silva. Les llamaban a los cuatro “el Bang Bang Club”. Hacían fotos espeluznantes y se exponían a peligros extraordinarios. Yo había llegado a Suráfrica en 1989 tras seis años cubriendo las guerras de Centroamérica. Vi pronto que daba mucho más miedo estar en 1992 en un lugar como Tokoza o Katlehong, a escasos kilómetros de Johanesburgo, que en 1986 en los frentes del oriente de El Salvador o el norte de Nicaragua. Porque en los lugares donde los negros, animados por los blancos, se masacraban podía pasar cualquier cosa en cualquier momento y en cualquier lugar. Con un Kaláshnikov, una lanza, un machete o una pistola. Ahí trabajaba Carter. Ahí se pasaba desde las cinco de la madrugada hasta el mediodía haciendo fotos de gente matando y de gente muriendo.


    07/09/11 07:09

  • Norah


    Yo también me presentaba allí, pero con menos frecuencia y más tarde. Siempre que llegaba a estos lugares, en pleno tiroteo o minutos después de una masacre, ahí veía a Kevin Carter, sudado, polvoriento, bolso sobre el hombro, cámara en mano. A él y a sus tres amigos fotógrafos, Ken Oosterbroek, Greg Marinovich y João Silva. Les llamaban a los cuatro “el Bang Bang Club”. Hacían fotos espeluznantes y se exponían a peligros extraordinarios. Yo había llegado a Suráfrica en 1989 tras seis años cubriendo las guerras de Centroamérica. Vi pronto que daba mucho más miedo estar en 1992 en un lugar como Tokoza o Katlehong, a escasos kilómetros de Johanesburgo, que en 1986 en los frentes del oriente de El Salvador o el norte de Nicaragua. Porque en los lugares donde los negros, animados por los blancos, se masacraban podía pasar cualquier cosa en cualquier momento y en cualquier lugar. Con un Kaláshnikov, una lanza, un machete o una pistola. Ahí trabajaba Carter. Ahí se pasaba desde las cinco de la madrugada hasta el mediodía haciendo fotos de gente matando y de gente muriendo.


    07/09/11 07:09

  • Norah


    Yo también me presentaba allí, pero con menos frecuencia y más tarde. Siempre que llegaba a estos lugares, en pleno tiroteo o minutos después de una masacre, ahí veía a Kevin Carter, sudado, polvoriento, bolso sobre el hombro, cámara en mano. A él y a sus tres amigos fotógrafos, Ken Oosterbroek, Greg Marinovich y João Silva. Les llamaban a los cuatro “el Bang Bang Club”. Hacían fotos espeluznantes y se exponían a peligros extraordinarios. Yo había llegado a Suráfrica en 1989 tras seis años cubriendo las guerras de Centroamérica. Vi pronto que daba mucho más miedo estar en 1992 en un lugar como Tokoza o Katlehong, a escasos kilómetros de Johanesburgo, que en 1986 en los frentes del oriente de El Salvador o el norte de Nicaragua. Porque en los lugares donde los negros, animados por los blancos, se masacraban podía pasar cualquier cosa en cualquier momento y en cualquier lugar. Con un Kaláshnikov, una lanza, un machete o una pistola. Ahí trabajaba Carter. Ahí se pasaba desde las cinco de la madrugada hasta el mediodía haciendo fotos de gente matando y de gente muriendo.


    07/09/11 07:09

  • Norah

    Para poder hacer ese trabajo es necesario blindarse, armarse de una coraza emocional. No se puede responder a lo que uno ve como un ser humano normal. La cámara funciona como una barrera que lo protege a uno del miedo y del horror, e incluso de la compasión. Carter y sus tres camaradas dormían poco, además, y consumían drogas de todo tipo. Pasaban sus días y sus noches en un acelere mental y en un estado de anestesia emocional casi permanentes. Si se hubiesen detenido un instante a reflexionar sobre lo que hacían, si hubiesen permitido que los sentimientos penetraran la epidermis, habrían sido incapaces de hacer su trabajo. El entorno era alocado, pero el trabajo era importante. Si se hubieran quedado en sus casas o se hubieran expuesto a menos peligro, habría habido más muertos, menos presión política para acabar con la violencia. Ésta era la contribución de Carter a la causa de sus compatriotas negros.
    Así es amigo…el temor

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Para poder hacer ese trabajo es necesario blindarse, armarse de una coraza emocional. No se puede responder a lo que uno ve como un ser humano normal. La cámara funciona como una barrera que lo protege a uno del miedo y del horror, e incluso de la compasión. Carter y sus tres camaradas dormían poco, además, y consumían drogas de todo tipo. Pasaban sus días y sus noches en un acelere mental y en un estado de anestesia emocional casi permanentes. Si se hubiesen detenido un instante a reflexionar sobre lo que hacían, si hubiesen permitido que los sentimientos penetraran la epidermis, habrían sido incapaces de hacer su trabajo. El entorno era alocado, pero el trabajo era importante. Si se hubieran quedado en sus casas o se hubieran expuesto a menos peligro, habría habido más muertos, menos presión política para acabar con la violencia. Ésta era la contribución de Carter a la causa de sus compatriotas negros.
    Así es amigo…el temor

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Para poder hacer ese trabajo es necesario blindarse, armarse de una coraza emocional. No se puede responder a lo que uno ve como un ser humano normal. La cámara funciona como una barrera que lo protege a uno del miedo y del horror, e incluso de la compasión. Carter y sus tres camaradas dormían poco, además, y consumían drogas de todo tipo. Pasaban sus días y sus noches en un acelere mental y en un estado de anestesia emocional casi permanentes. Si se hubiesen detenido un instante a reflexionar sobre lo que hacían, si hubiesen permitido que los sentimientos penetraran la epidermis, habrían sido incapaces de hacer su trabajo. El entorno era alocado, pero el trabajo era importante. Si se hubieran quedado en sus casas o se hubieran expuesto a menos peligro, habría habido más muertos, menos presión política para acabar con la violencia. Ésta era la contribución de Carter a la causa de sus compatriotas negros.
    Así es amigo…el temor

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Para poder hacer ese trabajo es necesario blindarse, armarse de una coraza emocional. No se puede responder a lo que uno ve como un ser humano normal. La cámara funciona como una barrera que lo protege a uno del miedo y del horror, e incluso de la compasión. Carter y sus tres camaradas dormían poco, además, y consumían drogas de todo tipo. Pasaban sus días y sus noches en un acelere mental y en un estado de anestesia emocional casi permanentes. Si se hubiesen detenido un instante a reflexionar sobre lo que hacían, si hubiesen permitido que los sentimientos penetraran la epidermis, habrían sido incapaces de hacer su trabajo. El entorno era alocado, pero el trabajo era importante. Si se hubieran quedado en sus casas o se hubieran expuesto a menos peligro, habría habido más muertos, menos presión política para acabar con la violencia. Ésta era la contribución de Carter a la causa de sus compatriotas negros.
    Así es amigo…el temor

    07/09/11 08:09

  • Norah

    En marzo de 1993 se tomó unas vacaciones de Tokoza y Katlehong y se fue a Sudán. Ahí, apenas aterrizar, es donde vio a la niña y el buitre. Respondió con el frío profesionalismo de siempre. No habría podido elegir otra manera de actuar. Estaba programado, anonadado. El único objetivo era hacer la mejor foto posible, la que tuviera más impacto. Ahí empezaba y terminaba su compromiso. La lógica era muy sencilla: si hacía una foto potente, se beneficiaría a sí mismo, pero también ampliaría la sensibilidad de los seres humanos en lugares lejanos y tranquilos, despertando en ellos aquella compasión -precisamente- que en él estaba necesariamente adormecida.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    En marzo de 1993 se tomó unas vacaciones de Tokoza y Katlehong y se fue a Sudán. Ahí, apenas aterrizar, es donde vio a la niña y el buitre. Respondió con el frío profesionalismo de siempre. No habría podido elegir otra manera de actuar. Estaba programado, anonadado. El único objetivo era hacer la mejor foto posible, la que tuviera más impacto. Ahí empezaba y terminaba su compromiso. La lógica era muy sencilla: si hacía una foto potente, se beneficiaría a sí mismo, pero también ampliaría la sensibilidad de los seres humanos en lugares lejanos y tranquilos, despertando en ellos aquella compasión -precisamente- que en él estaba necesariamente adormecida.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    En marzo de 1993 se tomó unas vacaciones de Tokoza y Katlehong y se fue a Sudán. Ahí, apenas aterrizar, es donde vio a la niña y el buitre. Respondió con el frío profesionalismo de siempre. No habría podido elegir otra manera de actuar. Estaba programado, anonadado. El único objetivo era hacer la mejor foto posible, la que tuviera más impacto. Ahí empezaba y terminaba su compromiso. La lógica era muy sencilla: si hacía una foto potente, se beneficiaría a sí mismo, pero también ampliaría la sensibilidad de los seres humanos en lugares lejanos y tranquilos, despertando en ellos aquella compasión -precisamente- que en él estaba necesariamente adormecida.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Por eso no hizo nada para ayudar a la niña. Porque si la hubiera ayudado, no habría podido hacer la foto. Porque había llegado al límite de sus posibilidades.


    El problema era que la gente normal, empezando por su propia familia, no lo entendía. Fuera donde fuera, le hacían la misma pregunta. “Y después, ¿ayudaste a la niña?”. Se convirtió en un agobio, una pesadilla. Los únicos que no le hacían la pregunta, porque para ellos no era necesario hacerla, eran los amigos del Bang Bang Club.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Por eso no hizo nada para ayudar a la niña. Porque si la hubiera ayudado, no habría podido hacer la foto. Porque había llegado al límite de sus posibilidades.


    El problema era que la gente normal, empezando por su propia familia, no lo entendía. Fuera donde fuera, le hacían la misma pregunta. “Y después, ¿ayudaste a la niña?”. Se convirtió en un agobio, una pesadilla. Los únicos que no le hacían la pregunta, porque para ellos no era necesario hacerla, eran los amigos del Bang Bang Club.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Por eso no hizo nada para ayudar a la niña. Porque si la hubiera ayudado, no habría podido hacer la foto. Porque había llegado al límite de sus posibilidades.


    El problema era que la gente normal, empezando por su propia familia, no lo entendía. Fuera donde fuera, le hacían la misma pregunta. “Y después, ¿ayudaste a la niña?”. Se convirtió en un agobio, una pesadilla. Los únicos que no le hacían la pregunta, porque para ellos no era necesario hacerla, eran los amigos del Bang Bang Club.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Por eso no hizo nada para ayudar a la niña. Porque si la hubiera ayudado, no habría podido hacer la foto. Porque había llegado al límite de sus posibilidades.


    El problema era que la gente normal, empezando por su propia familia, no lo entendía. Fuera donde fuera, le hacían la misma pregunta. “Y después, ¿ayudaste a la niña?”. Se convirtió en un agobio, una pesadilla. Los únicos que no le hacían la pregunta, porque para ellos no era necesario hacerla, eran los amigos del Bang Bang Club.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Por eso no hizo nada para ayudar a la niña. Porque si la hubiera ayudado, no habría podido hacer la foto. Porque había llegado al límite de sus posibilidades.


    El problema era que la gente normal, empezando por su propia familia, no lo entendía. Fuera donde fuera, le hacían la misma pregunta. “Y después, ¿ayudaste a la niña?”. Se convirtió en un agobio, una pesadilla. Los únicos que no le hacían la pregunta, porque para ellos no era necesario hacerla, eran los amigos del Bang Bang Club.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    En abril de 1994 le llamaron desde Nueva York para decirle que había ganado el Pulitzer. Seis días después, su mejor amigo, Ken Oosterbroek, murió en un tiroteo en Tokoza. Toda la emoción reprimida a lo largo de cuatro años salvajes explotó. Carter se quedó destruido. Lloró como nunca y lamentó amargamente que la bala no hubiera sido para él.


    En el segundo plano de la siguiente imagen lo vemos moribundo, mientras Silva, a la izquierda, intenta recoger una instantánea de su compañero aun con vida. En primer plano tenemos a Greg Marinovich herido. Aquel fatídico día Kevin no se encontraba con ellos.


    El mes siguiente voló a Nueva York, recibió el premio, se emborrachó, incluso más de lo habitual, y volvió a casa. La guerra se había terminado. Mandela era presidente. Suráfrica tuvo su final feliz, pero la vida de Carter dejó de tener mucho sentido. Quizá en parte porque el peligro de la guerra había sido su droga más potente, la que le había creado mayor adicción. Siguió trabajando, pero, perseguido por la muerte de su amigo y -ahora que se había quitado la coraza- la angustia moral retrospectiva de la escena con la niña sudanesa, se hundió en una profunda depresión. No podía trabajar, o si lo intentaba, caía en errores absurdos. Llegaba tarde a entrevistas, perdía rollos de fotos que ya había hecho. Y tenía problemas en casa: deudas, desamor...

    07/09/11 08:09

  • Norah

    En abril de 1994 le llamaron desde Nueva York para decirle que había ganado el Pulitzer. Seis días después, su mejor amigo, Ken Oosterbroek, murió en un tiroteo en Tokoza. Toda la emoción reprimida a lo largo de cuatro años salvajes explotó. Carter se quedó destruido. Lloró como nunca y lamentó amargamente que la bala no hubiera sido para él.


    En el segundo plano de la siguiente imagen lo vemos moribundo, mientras Silva, a la izquierda, intenta recoger una instantánea de su compañero aun con vida. En primer plano tenemos a Greg Marinovich herido. Aquel fatídico día Kevin no se encontraba con ellos.


    El mes siguiente voló a Nueva York, recibió el premio, se emborrachó, incluso más de lo habitual, y volvió a casa. La guerra se había terminado. Mandela era presidente. Suráfrica tuvo su final feliz, pero la vida de Carter dejó de tener mucho sentido. Quizá en parte porque el peligro de la guerra había sido su droga más potente, la que le había creado mayor adicción. Siguió trabajando, pero, perseguido por la muerte de su amigo y -ahora que se había quitado la coraza- la angustia moral retrospectiva de la escena con la niña sudanesa, se hundió en una profunda depresión. No podía trabajar, o si lo intentaba, caía en errores absurdos. Llegaba tarde a entrevistas, perdía rollos de fotos que ya había hecho. Y tenía problemas en casa: deudas, desamor...

    07/09/11 08:09

  • Norah

    En abril de 1994 le llamaron desde Nueva York para decirle que había ganado el Pulitzer. Seis días después, su mejor amigo, Ken Oosterbroek, murió en un tiroteo en Tokoza. Toda la emoción reprimida a lo largo de cuatro años salvajes explotó. Carter se quedó destruido. Lloró como nunca y lamentó amargamente que la bala no hubiera sido para él.


    En el segundo plano de la siguiente imagen lo vemos moribundo, mientras Silva, a la izquierda, intenta recoger una instantánea de su compañero aun con vida. En primer plano tenemos a Greg Marinovich herido. Aquel fatídico día Kevin no se encontraba con ellos.


    El mes siguiente voló a Nueva York, recibió el premio, se emborrachó, incluso más de lo habitual, y volvió a casa. La guerra se había terminado. Mandela era presidente. Suráfrica tuvo su final feliz, pero la vida de Carter dejó de tener mucho sentido. Quizá en parte porque el peligro de la guerra había sido su droga más potente, la que le había creado mayor adicción. Siguió trabajando, pero, perseguido por la muerte de su amigo y -ahora que se había quitado la coraza- la angustia moral retrospectiva de la escena con la niña sudanesa, se hundió en una profunda depresión. No podía trabajar, o si lo intentaba, caía en errores absurdos. Llegaba tarde a entrevistas, perdía rollos de fotos que ya había hecho. Y tenía problemas en casa: deudas, desamor...

    07/09/11 08:09

  • Norah

    El 27 de julio de 1994, exactamente tres meses después de las primeras elecciones democráticas de la historia de su país, Carter se fue a la orilla de un río donde había jugado cuando era niño, antes de que supiera lo que era el apartheid, el sufrimiento, la injusticia. Y ahí, por fin, dentro de su coche, escuchando música mientras inhalaba monóxido de carbono por un tubo de goma, logró la paz, la anestesia final de la muerte.

    Su nota suicida, de más de ocho páginas, decía: “Estoy deprimido, sin teléfono, sin dinero... atrapado por imágenes de asesinatos y cadáveres, furia y dolor, niños heridos o muriéndose de hambre, hombres que apretan el gatillo con alegría, policías y ejecutores... Voy a reunirme con Ken, si tengo suerte”.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    El 27 de julio de 1994, exactamente tres meses después de las primeras elecciones democráticas de la historia de su país, Carter se fue a la orilla de un río donde había jugado cuando era niño, antes de que supiera lo que era el apartheid, el sufrimiento, la injusticia. Y ahí, por fin, dentro de su coche, escuchando música mientras inhalaba monóxido de carbono por un tubo de goma, logró la paz, la anestesia final de la muerte.

    Su nota suicida, de más de ocho páginas, decía: “Estoy deprimido, sin teléfono, sin dinero... atrapado por imágenes de asesinatos y cadáveres, furia y dolor, niños heridos o muriéndose de hambre, hombres que apretan el gatillo con alegría, policías y ejecutores... Voy a reunirme con Ken, si tengo suerte”.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    El 27 de julio de 1994, exactamente tres meses después de las primeras elecciones democráticas de la historia de su país, Carter se fue a la orilla de un río donde había jugado cuando era niño, antes de que supiera lo que era el apartheid, el sufrimiento, la injusticia. Y ahí, por fin, dentro de su coche, escuchando música mientras inhalaba monóxido de carbono por un tubo de goma, logró la paz, la anestesia final de la muerte.

    Su nota suicida, de más de ocho páginas, decía: “Estoy deprimido, sin teléfono, sin dinero... atrapado por imágenes de asesinatos y cadáveres, furia y dolor, niños heridos o muriéndose de hambre, hombres que apretan el gatillo con alegría, policías y ejecutores... Voy a reunirme con Ken, si tengo suerte”.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Fabio, todos matamos a Dios todo el tiempo, todo el tiempo, cuando pensamos, escribimos idioteces de colores, porque es lo que vende, es lo que vende, todos somos tan canallas de alimentar la ignorancia.En mi país , las señoras gordas, cada tanto hablan de la pobreza, que horror5, pero después hablan de sintonía musical y de las flores y de los deseos, en un mundo mágico, que solo ellos poseen, porque son los dueños de la tierra y que nadie me venga a decir…de que no amo la poesía ni los pájaros azules, ni el Zoo de Cristal de Williams, por favor, no sean torpes, piensen, piensen…no se vendan tan barato.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Fabio, todos matamos a Dios todo el tiempo, todo el tiempo, cuando pensamos, escribimos idioteces de colores, porque es lo que vende, es lo que vende, todos somos tan canallas de alimentar la ignorancia.En mi país , las señoras gordas, cada tanto hablan de la pobreza, que horror5, pero después hablan de sintonía musical y de las flores y de los deseos, en un mundo mágico, que solo ellos poseen, porque son los dueños de la tierra y que nadie me venga a decir…de que no amo la poesía ni los pájaros azules, ni el Zoo de Cristal de Williams, por favor, no sean torpes, piensen, piensen…no se vendan tan barato.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Fabio, todos matamos a Dios todo el tiempo, todo el tiempo, cuando pensamos, escribimos idioteces de colores, porque es lo que vende, es lo que vende, todos somos tan canallas de alimentar la ignorancia.En mi país , las señoras gordas, cada tanto hablan de la pobreza, que horror5, pero después hablan de sintonía musical y de las flores y de los deseos, en un mundo mágico, que solo ellos poseen, porque son los dueños de la tierra y que nadie me venga a decir…de que no amo la poesía ni los pájaros azules, ni el Zoo de Cristal de Williams, por favor, no sean torpes, piensen, piensen…no se vendan tan barato.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Fabio, todos matamos a Dios todo el tiempo, todo el tiempo, cuando pensamos, escribimos idioteces de colores, porque es lo que vende, es lo que vende, todos somos tan canallas de alimentar la ignorancia.En mi país , las señoras gordas, cada tanto hablan de la pobreza, que horror5, pero después hablan de sintonía musical y de las flores y de los deseos, en un mundo mágico, que solo ellos poseen, porque son los dueños de la tierra y que nadie me venga a decir…de que no amo la poesía ni los pájaros azules, ni el Zoo de Cristal de Williams, por favor, no sean torpes, piensen, piensen…no se vendan tan barato.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Esa, esa, volvamos a la poesía…alguien sabe en verdad lo que es un poeta?

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Esa, esa, volvamos a la poesía…alguien sabe en verdad lo que es un poeta?

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Esa, esa, volvamos a la poesía…alguien sabe en verdad lo que es un poeta?

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Esa, esa, volvamos a la poesía…alguien sabe en verdad lo que es un poeta?

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Y como ya el asco que me embarga es demasiado, me despido, buena suerte almas bellas y buenas consciencias…

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Y como ya el asco que me embarga es demasiado, me despido, buena suerte almas bellas y buenas consciencias…

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Y como ya el asco que me embarga es demasiado, me despido, buena suerte almas bellas y buenas consciencias…

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Y como ya el asco que me embarga es demasiado, me despido, buena suerte almas bellas y buenas consciencias…

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Y como ya el asco que me embarga es demasiado, me despido, buena suerte almas bellas y buenas consciencias…

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Vuelvo, porque deseo que este texto vaya a favoritos, pero no que solo aparezca en facebook, en TT

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Vuelvo, porque deseo que este texto vaya a favoritos, pero no que solo aparezca en facebook, en TT

    07/09/11 08:09

  • Norah

    En TT, varios textos elegidos por mi para favoritos no aparecen...que les pasa...quieren que vaya al

    07/09/11 08:09

  • Norah

    I.N.A.d.i, tiene que ver con el discriminar, la página se la banca...Nunca molesten a alguien que algo del poder conoce OK.y es una amenaza concreta.Cuidado, cuidado que vbuestra existencia esta colgando en mis manos.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    I.N.A.d.i, tiene que ver con el discriminar, la página se la banca...Nunca molesten a alguien que algo del poder conoce OK.y es una amenaza concreta.Cuidado, cuidado que vbuestra existencia esta colgando en mis manos.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    I.N.A.d.i, tiene que ver con el discriminar, la página se la banca...Nunca molesten a alguien que algo del poder conoce OK.y es una amenaza concreta.Cuidado, cuidado que vbuestra existencia esta colgando en mis manos.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    I.N.A.d.i, tiene que ver con el discriminar, la página se la banca...Nunca molesten a alguien que algo del poder conoce OK.y es una amenaza concreta.Cuidado, cuidado que vbuestra existencia esta colgando en mis manos.

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Ya puse me gusta, pero solo sale en facebook, lo de Danae no ha salido y asi´muchas otras...que les pasa?.
    Mejor que piensen...

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Ya puse me gusta, pero solo sale en facebook, lo de Danae no ha salido y asi´muchas otras...que les pasa?.
    Mejor que piensen...

    07/09/11 08:09

  • Norah

    Hola Fabio, te propongo...hagamos productivgo el asco ante la injusticia ok.Beso.

    07/09/11 09:09

  • Norah

    Hola Fabio, te propongo...hagamos productivgo el asco ante la injusticia ok.Beso.

    07/09/11 09:09

  • Norah

    Hola Fabio, te propongo...hagamos productivgo el asco ante la injusticia ok.Beso.

    07/09/11 09:09

  • Norah

    Hola Fabio, te propongo...hagamos productivgo el asco ante la injusticia ok.Beso.

    07/09/11 09:09

  • Norah

    La historia de Kevin Crter es importante, a ver, cambie de compu.

    07/09/11 10:09

  • Norah

    Un hombre blanco perfectamente bien alimentado observa cómo una niña africana se muere de hambre ante la mirada expectante de un buitre. El hombre blanco hace fotos de la escena durante 20 minutos. No es que las primeras no fueran buenas, es que con un poco de colaboración del ave carroñera le salía una de premio, seguro. Niña famélica con nariz en el polvo y buitre al acecho: bien; no todos los días se conseguía una imagen así. Pero lo ideal sería que el buitre se acercara un poco más a la niña y extendiese las alas. El abrazo macabro de la muerte, el buitre Drácula como metáfora de la hambruna africana. ¡Ésa sí que sería una foto! Pero el hombre esperó y esperó, y no pasó nada. El buitre, tieso como si temiera hacer huir a su presa si agitara las alas. Pasados los 20 minutos, el hombre, rendido, se fue.

    07/09/11 10:09

  • Norah

    No se debería de haber desesperado. Una de las fotos se publicó en la portada de The New York Times y acabó ganando un premio Pulitzer. Pero incluso así se desesperó. Y mucho. El hombre blanco era un fotógrafo profesional llamado Kevin Carter. A los dos meses de recibir el premio en Nueva York se suicidó.

    Hay dos preguntas. La primera, ¿por qué se suicidó? La segunda, ¿por qué no ayudó a la niña? La respuesta a la primera es relativamente fácil. La respuesta a la segunda es más interesante. Remontemos.

    07/09/11 10:09

  • Norah

    Kevin Carter nació en Suráfrica en 1960, dos años antes de que Nelson Mandela empezara su condena de 27 años de cárcel. Al llegar a la adolescencia empezó a entender que ser blanco en Suráfrica significaba ser una de las personas más privilegiadas de la Tierra y, al mismo tiempo, cómplice de una atroz injusticia. Cumplidos los 24 años, Carter descubrió que el periodismo era el terreno donde libraría su guerra particular contra el apartheid.


    Comenzó su carrera en 1984, cuando las poblaciones negras en las periferias de las grandes ciudades -como Soweto, que estaba al lado de Johanesburgo- se convirtieron en campos de batalla. Jóvenes militantes negros, cuya única fuerza residía en su ventaja numérica, lanzaban piedras a los policías y a los soldados, que respondían con gases lacrimógenos, balas de goma o balas de verdad. Cientos murieron, miles fueron encarcelados. Soweto ardía, y allá, casi permanentemente instalado, estaba Carter, fotógrafo novato de The Johannesburg Star, expiando su culpa.

    07/09/11 10:09

  • Miguelito

    Es una buena reflexión, es como asomarse a un espejo o mirar por una puerta entreabierta. Todos vemos la situación, pero siempre existen escusas para no actuar. Y lo peor no es eso, si buscamos una excusa, es que en el fondo, la situación nos incomoda.
    Pero somos capaces de ir más allá, e ignorar e incluso justificar esa situación hasta el paroxismo. Nos han deshumanizado, nos hemos deshumanizado.
    Y mientras yo escribo esto y mientras tu lo lees, personas como tu y como yo mueren, no en Somalia, sino en cualquier parte del planeta. ¿Por qué somos así? ¿Por qué hemos consetido que nos hayan convertido en lo que somos?
    ¿Dios es el responsable? No, pero es un culpable más. Si nos creó no cabe mayor delito que hacerlo y luego abandonarnos a nuestra suerte.O por el contrario, ¿está tan avergonzado de su creación que se esconde aviesamente hasta que decidamos de una vez consumirnos en este mundo tan estúpido?
    me gustó tu reflexión, y de su lectura salió ésta que es la mía.
    un saludo de miguelito.

    17/09/11 05:09

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