El cielo parpadeando
con los ojos brillosos
y el viento
entrando por las ventanillas
besándonos el cuello
y las nubes oscuras
acercándose por el sur,
conquistando paso a paso
todo el horizonte.
Los pájaros planeando el atardecer
mientras recorremos el camino
a toda velocidad
atravesando los campos
y mil olivos durmiendo
esperando el momento.
La tormenta tocándonos la espalda
y miles de gotas de agua
que comienzan a bombardear la tierra
perfumando exquisítamente
los últimos instantes
de esta tarde de domingo.
Un perro negro se esconde
debajo de unas chapas
y el sol que finalmente
se da por vencido.
Ha llegado la hora.
Muy bonita tu poesia, mientras la leia me imaginaba dentro de un
coche viajando por carreteras perdidas, mirando por la ventana
y casi pudiendo notar el olor a tierra mojada que tanto me gusta.
Ha sido agradable leerte. Besoss.