los mundanos no perdonan la calma
el silencio no cree en palabras rápidas
nuestra mirada, verde y violenta,
ve la hermosura en el sol terrestre
y no en ese sol rojo intenso de la mañana.
Volvemos al bien y al mal
andamos en la nada misma de la sabiduría
y así pasan los años vanidosos
que nos arrastran al encuentro
con la breve estupidez de pensar
que el olvido perdona.