El Castigo
18 de febrero de 2012
por fernandoj
Con sumo cuidado estiré el edredón, asegurándome que quedara sin ninguna arruga, tal y como a ti te gusta. Traté de no hacer ruido con la puerta del baño, ya que, aunque tú no estás, recuerdo cuanto te molestaba.
Después de desayunar meto la taza y la cucharilla en el lavavajillas, ¡¡ vaya guerras que teníamos por este asunto tan trivial !!, pero descuida, nunca volverás a encontrarlas en el fregadero.
Dejé el feo hábito de fumar, limpié el cenicero del coche, ya puedes entrar sin tener que usar el ambientador que había en la guantera. Tenías razón, ahora da gusto subirse en él. Tiré todos los periódicos que había amontonados en los asientos trasero, y para tu sorpresa, el maletero dejó de ser el baúl de los tratos viejos, me deshice de todo lo superfluo que contenía.
Mis aficiones han cambiado por completo, los fines de semana no me los paso tendido en el sofá, tragando película tras película o partido tras partido, no, eso se acabó. Ahora salgo a pasear, visito algún museo, voy a ver obras de teatro, o al cine, me interesa mucho el mundo del arte, no me pierdo ninguna exposición, y siempre que puedo me hago alguna escapadita, tal vez a una casa rural, o a una ciudad que no conozco.
Esos amigos, esos que tan mal te caían, esos ya no los he vuelto a ver. Eran sin duda, simples, poco cultivados, en la mayoría de las ocasiones soeces y mostraban nulo respeto por aquellos que no comulgasen con sus ideas. Mis nuevas amistades ven zafiedad en un partido de futbol, mis nuevas amistades se emocionan leyendo poesía, se preocupan por los derechos humanos, aprecian la belleza de un amanecer, son empáticos, holísticos, globales, veganos, ecológicos, solidarios, políglotas, versados, profundos. Sin duda que te encantarían.
Tiré aquellas viejas zapatillas que odiabas, me deshice de la raída camiseta de mi grupo favorito, que me ponía todos los fines de semana, a pesar de tu oposición. Ahora selecciono cuidadosamente pantalón, camisa y zapatos, no te voy a decir que me gusta ir de tiendas, pero presto atención a los escaparates, incluso en alguna ocasión he experimentado cierto placer al salir de una tienda con un buen abrigo bajo el brazo.
Comprendo ahora que tenías razón, es más, soy incapaz de comprender como pudiste convivir tanto tiempo con un ser tan insociable, tan egoísta, tan egocéntrico, tan poco atento, tan incívico como yo. Admiro tu paciencia, tu sacrificio, tu abnegación. Soy sin duda el culpable, el promotor, el que inconscientemente te empujó a buscar cariño, comprensión, dulzura, atención y ternura en otros brazos. Nadie puede imputarse con tanta claridad en el delito como yo, me declaro culpable, y asumo la pena que me corresponda sin protestas. Preso de tu ausencia, envidioso de quien puede verte despertar, arrinconado por mis defectos, asfixiado por no poder olerte, inerte sin tu sonrisa, herido de muerte por tu abandono, cumplo mi castigo, esperando que vuelvas.
Que realista tu microrelato Fernando, cuantas veces sucede que tan solo perdiendo se valora todo aquello, que la vida pone a merced del que se relaja en lo cotidiano.
Demás decirte que me encanto, siempre es grato leerte Fer!!!
Un abrazo para vos