TusTextos

Nuestro Ciclo

Juramos no separarnos hasta morir, ese día me di cuenta que hace dos años que llevabamos muertos. Tal vez esa tarde, me pasaría por tu casa para hacernos revivir. Tal vez haríamos otra sesión de esa que solíamos hacer antes, cuando estábamos vivos, mucho antes de empezar a torturarnos, para luego morir, y quemarnos en el infierno por dos años. Tal vez sea cobarde, y no pasaría por tu casa, y hubiesemos seguido quemándonos por más tiempo. ¿Quién sabia?
Vos, solo vos sabes mis cosas, siempre me conociste más que a mi misma y siempre te conocí más que vos. Tal vez deberíamos haber gastado mas tiempo descifrándonos y encontrando a nosotros mismos en vez de al otro, pero nunca fuimos de la mano del convencionalismo.
La cosa era que después de dos años, volví a mi pueblo bipolar. Deberían darnos un premio por utilizar los mismos lugares para los momentos más felices y los más tristes de nuestra vida juntos.
Sé que, no existe nuestra vida separados, después de nosotros solo existe la muerte. Y sé que antes de la muerte estuvo esa cosa sin nombre, que no puedo llamarla infierno, solo por que estabas a mi lado. Por que, como siempre, estábamos juntos haciendo lo mismo, solo que esta vez estábamos hiriéndonos, y separándonos. ¡Juntos hasta fuimos nuestros propios verdugos! Vivimos juntos (rápidos y felices), y nos asesinamos juntos (lenta y punzadamente). Pero nuestra muerte, la deleitamos separados, muchas veces desee tenerte a mi lado.
En un porcentaje la puerta de tu casa me invitaba a pasar, pero en otro me decía que salga de ahí. Como siempre, vos sabrás, le hice caso a mi cobardía. ¡Que fácil era correr al descampado! Había olvidado nuestro refugio, el que habíamos echo a los diez años, y que dejamos de usar a los quince por que la pubertad nos hizo creernos demasiado grandes. Era gracioso regresar a los veinte.
Las chapas oxidadas se alzaban en el claro, oculto tras los árboles. Nuestras cortinas y alfombras de mimbre, parecían más acogedoras que nunca, ya no importaba que las hayamos cortado disparejo, ya no importaba nada. Había llegado a nuestro vientre materno, el lugar inmaculado, el único que no habíamos arruinado con estúpidas peleas y asquerosos insultos, durante nuestro asesinato.
Abrí la puerta, y a pesar que sabes que lo encuentro tonto, un suspiro de admiración salio despedido de mi boca. En la pared que habíamos pintado de verde, había unos cuadros nuestros colgados. Era un altar a nuestra muerte.
Me acerque para verlos, uno que creo que era a los cinco años, otro a los diez, otro a lo que debían ser los quince o catorce y el ultimo a los dieciocho u diecisiete. Este fue el que capto mi atención. Éramos felices, no era de nuestras últimas fotos con caras forzadas, o de inmunda indiferencia e incomodidad. Era como todas las anteriores, fotos con miradas tan íntimas, que hasta yo me pregunte que ocultábamos.
El resplandor que entro por la puerta me hizo girar.

- Esa también es mi favorita. – dijiste con una mueca extraña. No habías cambiado ni tu pelo, ni tu forma de vestir, pero tu cara era distinta.

Volví a ver la foto, conciente de que no te había respondido. Supongo que no te importo, por que te acercaste a mirarla junto a mí. En las fotos tus ojos brillaban y tu boca se transfiguraba en millones de sonrisas distintas. Eran mis sonrisas, y vos no las usabas más, como se supone que debía reconocerte si vos no usabas las sonrisas tuyas que yo me adueñe solo para que las hagas con migo.

- ¿Yo también, no? – te pregunte. Tenía miedo de oír tu respuesta. No quería que mi cara llena de vida en las fotos, sea ahora como la de el, transfigurada en un zombi.

- Si, -dijiste – todo tenemos que hacerlo juntos ¿no? – Un brillito apareció en tus ojos, y un costado de tu boca se torció hacia arriba. Me eche a reír y me miraste raro.

- Separados somos feos. Ariel, es feo. Mi Ariel, es hermoso. – te conteste señalando a tu cara, y después a las fotos. Sonreíste tal cual en ellas.

- Me alegro que hallas vuelto. Aunque seas zombi. – dijiste pasándome el brazo por la espalda, cuando sonreí riéndome de tu comentario. – Aunque viva te vez mejor. Ahora ya estas como esa Daiana, - esperaba mucho volver a verme tal cual era en las fotos - solamente tenemos que tener cuidado de esta vez no matarnos de nuevo.

- Y descubrir que ocultamos en la mirada. E intentar no parecer tan tórtolos como antes.

- Siempre fuiste tan distraída, pero nunca creí que tanto. - te mire enojada y te burlaste de mi como siempre. – Mira boba, - marcaste nuestros ojos con los dedos – yo te oculto a vos, y vos me ocultas a mí. ¿Creías que fue una casualidad encontrarnos acá?

- No lo pensé. – rodaste tus ojos arrogantemente, pero no me importo. – Entonces, ahora que estamos vivos otra vez, tenemos que comenzar una nueva faceta de nuestra vida. – Me miraste extrañado. – Ahora tenemos que ocultarnos a los dos. – Te reíste usando una de mis sonrisas.

- Entonces… ¿Hasta que la verdadera muerte nos separe? – dijiste tomando mi mano. Afirme con la cabeza, no podría hablar había olvidado el calor de tu mano. – Cuando eso suceda, creo que va a ser conveniente que cuando nos velen sea a cajón cerrado.
Flow14 de septiembre de 2008

1 Comentarios

  • Mejorana

    Uno muere y despu?s vuelve a estar vivo hasta que la muerte nos separe.
    ?O estamos muertos desde que nos anunciaron que hasta que la muerte nos separe?
    No entiendo nada de esta vida Flow.

    14/09/08 06:09

Más de Flow

Chat