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Historia de Terror

Ella era frágil. Pero antes fue fuerte. La inocencia del primer amor la empujó a hacer imposibles con sus diminutas manos. Qué fuerza más pura esa de querer a los doce años. Qué magia, que ignorancia. Cuando creía que con esforzarse lograría su atención y no pudo. No hay letras suficientemente bellas para cambiar los sentimientos de alguien. Lo entendió tras cuatro años de intentos fallidos, de golpes contra la pared. Lo intentó y nadie puede decir lo contrario. Realmente lo quería. Se dedicó en cuerpo y alma a él durante cuarenta-y-ocho meses y contempló cómo todos sus esfuerzos caían en saco roto. Descubrió un día que él perseguía otra hada congelada que ya tenía dueño. Se vino abajo. Se prometió salir adelante. Volvió a enamorarse. Se desgarró la vida. Rechazaba a cualquiera que no fuera su niño y no le importaba porque nada era comparable a él. Entraba en éxtasis cuando hacían el amor, se sentía confiada y protegida. Sus manos se sentían en casa al abrazarlo y sentir su olor. Le despeinaba, lo manoseaba, le sonreía y le regalaba el mundo entero. Cualquier cosa era poca para dársela a él. Pero terminó, como terminan las buenas historias, porque sin el drama de un final todo perdería encanto. Y no lo superó. No lo superó porque tiempo después predijo lo que pasaría. Se prometió no volver a ser segundo plato de nadie. Se prometió ser fuerte y no dejarse derrumbar. Tuvo una esporádica relación con un chico tierno y dulce. Él bebía los vientos por ella. La adoraba. Besaba el suelo que ella pisaba. Pero ella no consiguió sentir nada por él. Sólo ternura y remordimiento. Le dejó ir con la esperanza de que él encontrara un amor verdadero y no un juego, un pasatiempo, y se quedó más sola todavía. Quiso ilusionarse con otra persona tiempo después, quiso convencerse de que le gustaba y que iría bien. Ambos lo intentaron pero la mentira duró dos días. Insostenible. Aprendió que tenía que guardar un plan B en la guantera, para no quedar como la desechada en caso urgente de ruptura. Alguien que le diera calor cuando el sol la dejara en la cuneta. Conoció aún a otro candidato. Le atrajo. Pero entre ellos no podía haber nada. No lo entendió, pero lo agradeció más tarde cuando el adecuado cruzó sus ruinas y se presentó ante ella con todo su esplendor, su grandilocuencia. Le costó hacerse querer. Pero logró que ella se enamorara como una loca. Aunque llegó demasiado tarde, pues las inseguridades habían hecho mella en ella y un día cometió el error fatal de besar a un sapo anterior. Casi perdió al príncipe, pero habría hecho cualquier cosa por recuperarle. Y lo hizo. Estaba feliz. Realmente lo quería. Eliminó al sapo de su cuento y se quedó con la estrella rutilante. Mas ya era tarde. El daño estaba hecho. No había más que hablar. No podían durar. Volvió a perderlo y de forma definitiva. No había nada más que hacer...
Ella ahora es débil y sumisa a sus miedos. Busca una corte que se quede en caso de emergencia emocional. Se da asco y no se gusta, sumida en el pozo. Las tres veces que ha amado en su vida con el cien por cien de ella no han servido de nada. Se ha prometido entregar sus falsas palabras al primero que las pida, dando de lado al alma y al amor. No está hecho para ella. No lo quiere. No le interesa. Su cuento es ahora una historia de terror.

De mi blog: http://cartasdeungatonegro.blogspot.com.es/
Foryou139608 de julio de 2015

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