Juguete Roto
No puedo ni quiero seguir culpando a los demás.
Tengo veintidós años y estoy harta de huir.
Sí,
ha sido culpa mía
el haberte presionado
para convertir
lo que para ti era una relación más
en lo que yo deseaba que fuera
un cuento de hadas sin final.
Contigo gasté mi última brizna de esperanza
en encontrar a alguien digno
de la palabra eternidad.
Ahora que eliges poder tener otros cuerpos
y abrir las compuertas de tu soledad,
me doy cuenta de cuán grande es la mía,
del vacío que voy a tener que soportar.
Puedes excusar nuestra cobardía
con la inútil retahíla
de que somos demasiado jóvenes,
de que merezco libertad.
Supongo que es una bonita forma de decir
que ya te aburriste del juguete roto,
que deseas probar cosas nuevas
y mi existencia dejó de ser suficiente.
Este día tenía que llegar
pero no pensé nunca que llegaría tan pronto.
Una estúpida broma
hizo estallar la verdad.
Así.
Sin más.
En mi cara.
Aquí estoy yo en mi cama,
recogiendo los pedazos de una historia acabada,
tratando de no desmoronarme una vez más.
He pasado por esto antes,
pero quizás me duela más esta ocasión
por las ilusiones que me creé.
Quise correr contigo
cuando tú sólo deseabas caminar.
Lo siento.
Siento haberlo arruinado y precipitado todo.
Siento haberte amado con tanta intensidad.
Espero poderte olvidar
en lo que dejo ir una última lágrima
en honor a lo que queda de aquel siete de febrero.
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