Mi última entrada de este año va para ti,
como la mayoría en los últimos seis meses.
Va para ti
porque estás en mi vida
sin estar presente realmente en ella;
porque vivo esperando más de ti,
nada exagerado,
sólo lo mismo que hago y haría yo por ti,
por nosotros,
por nuestro bien.
Mi última entrada de este año va para ti,
para despedirme,
para decirte que estoy cansada de verme sola.
Incluso hoy,
que es un día señalado,
que ha ocurrido un incidente que me ha hecho daño,
sigues sin estar ahí.
Entiendo que no tienes obligación alguna
de ayudarme a sostener mi mundo,
mis miedos,
mis esperanzas;
lo que no comprendo
es por qué pretendes que me quede
a ver cómo se secan mis raíces,
cómo se agotan mis ansias.
Porque no estás ahí nunca,
porque siempre tienes mil excusas
que ya me cansé de oír.
Quiero empezar mi año siendo feliz,
enamorándome de alguien que se enamore de mí,
que me cubra las espaldas
mientras lucho en mi nombre,
que me admire,
que me mime,
que esté ahí,
vuelvo a repetir.
Estoy cansada de los móviles que no suenan,
de tu forma de empequeñecer mis problemas,
de cómo me ignoras
mientras la cuidas a ella.
Sigue sin preocuparte por mí,
sigue sin estar en las malas,
que en las buenas tampoco vas a hacerme falta.
Te deseo un feliz 2018
sin mí.
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