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11 Historias Capitulo 08: la Fanatica (parte 1)

A veces una historia, una novela nos puede llenar de amor, felicidad, tristeza, hacernos viajar y querer volar, a través de los libros y las interesantes historias que estos nos regalan se pueden crear muchos sentimientos, algunos buenos, algunos enfermizos.

Todo comenzaría por una casualidad, cuando la linda y aparentemente inofensiva Catherine Gueiler, como se presento ese día, se topo con que su compañero de asiento en el vuelo 65 a Vermut, Humberto Bennett, el no muy conocido pero no por eso poco interesante y talentoso escritor, autor de las historias que a Catherine habían embelesado en su adolescencia y parte de su iniciánte adultez.

Catherine Gueiler, era una chica, una adicta a la lectura, desde su más tierna infancia, cuando aprendió a leer y a través de esto viajar a mundos fantásticos, no dejo de hacerlo, cuando muchos niños desperdiciaban sus tiempos libres en armar casas con cajas ella se internaba en mundos diferentes, leyendo a grandes autores, primero lógicamente cuentos infantiles, que leía con gran asombro, disfrutando cada párrafo, imaginándolo, viéndolo en su cabeza con una claridad envidiable, posteriormente comenzó con narraciones más espectaculares y largas que le ofrecían mayor esfuerzo a la hora de imaginar y de comprender, aprendiendo palabras y situaciones nuevas, a los 5 años ya se había leído la mitad de la biblioteca de su padre,, quien orgulloso le compraba y prestaba sus colecciones mas adoradas, seguro que la pequeña Catherine los disfrutaría y protegería. Catherine era de las pocas niñas que en el recreo de la escuela se pasaba el tiempo leyendo, muchos la veían raro, ya que la lectura es algo que muchos niños de entre 5 y 7 no disfrutan tan fácilmente, pero ese no era el caso de Catherine, ella adoraba los libros.

Al ir creciendo su gustos literarios evolucionaron, comenzó a leer novelas de suspenso y drama, lo que más le gustaba, toda su adolescencia se la pasó literalmente acompañada de los libros de Humberto Bennett, como se hacia llamar su escritor favorito, autor de la saga “Tiempos de calma” una trilogía de historias policiales con un aroma a critica social, drama y suspenso. Estas novelas no fueron las más reconocida de Bennett, ya que el era más conocido en el mundo de los libros por escribir historias de amor en los que siempre estaba presente la tragedia, aunque de todas formas la buena Catherine se había leído cada uno de las narraciones que Bennett había escrito a lo largo de su carreta, no había historia que no conociera, no había historia que había disfrutado, o drama que no hubiera llorado.

— No puedo creerlo…— fueron las palabras que salieron de sus labios al ver que el compañero de viaje desde la ciudad Catalina a Vermut, unas 5 horas como mucho era su escritor favorito. —… ¿es usted…? Si, debe serlo… pero… es tan increíble — Catherine se sonrojo inmediatamente y cubrió su boca por la sorpresa para cubrir su sonrisa de oreja a oreja.

Humberto Bennett, no muy acostumbrado a encontrarse con una fan en un avión o en cualquier parte, alejo la vista de su laptop donde seguramente escribir alguna nueva novela que sacaría en el invierno, como era costumbre, le sonrió y respondió amablemente:

— Hola… si, yo… soy yo. Pero…— sonríe— ¿Quién soy?— le pregunta con gran carisma y perspicacia, aunque suponía de donde lo conocía, no quería tener que sufrir el penoso golpe de haber sido confundido con alguien más.

— Es usted Humberto Bennett…— rápidamente tomo asiento al lado del escritor.

Humberto Bennett era el típico escritor del siglo 21, un hombre de buen carácter, humilde, recatado, elegante y con porte distinguido, educado como el solo, incapaz de una falta de respeto como le habían enseñado en su infancia, proveniente de buena familia, educado en la mejor escuela, en las mejores universidades donde perfecciono su escritura estudiando literatura y filosofía, en resumen un hombre cultivado para ser elegante y encantador. A sus 32 años se había consolidado en el mundo de la literatura moderna latinoamericana, si bien no era el más popular, compitiendo casi codo a codo contra muchos otros escritores más comerciales que muchas veces dejaban a sus humildes libros en los anaqueles, jamás se atrevía a criticar a sus compañeros de letras, siempre alaba el trabajo e los demás, en resumen escribía por el placer de escribir, el dinero que esto le dejaba era solo una mera escusa que no necesitaba.

Escribía por el placer de hacerlo, como muchos escritores su mente albergaba miles de personajes y situaciones diferentes que le hacían perderse en sus pensamientos, muchas veces en cualquier lugar, acudiendo de inmediato a su teclado que siempre traía cerca para vacían en el todas esas fantasías y circunstancias a veces penos y doloras, aunque otras llenas de suspenso y acción. Cuando era muy joven, a los 11 años, Bennett escribió su primera historia, que para su sorpresa sorprendió a toda su familia y amigos a quien les mostro el materia, una historia que retrataba la vida de los sirvientes, inspirada en sus propios sirvientes que tenia en la mansión Bennett donde había vivido en su tierna infancia, cuando sus padres leyeron esa novela, se escandalizaron por la crudeza, pero a la ves les entusiasmó que su pequeño Jimmy hubiera escrito con tan nitidez y sentimiento. Pronto lo estimularon a seguir haciéndolo, a sabiendas que seria alguien grande y se colocaría en el mundo de los escritores populares. Muy lejos de la verdad no estaban sus padres, su primer libro publicado por una pequeña editorial de la ciudad, resulto todo un éxito de ventas, luego que haber ganado un concurso para publicar, no pensó que su libro se vendería, “Los recuerdos de una araña en mi habitación” se titulo su primera novela, un drama negro con toques de ironía que rápidamente encandilo a las personas que lo leían, este fue el comienzo de Bennett, quien desde entonces no había dejado de escribir sin parar y cada años sorprendía con una novela, o cada 3 con una colección de narraciones aunque últimamente, los últimos 5 años, no había publicado nada nuevo, solo recopilaciones antiguas juntas en una colección.

No estaba acostumbrado, a pesar de haber sido entrevistado en la televisión alguna vez, a ser abordado por un fan que lo admirara, habían sido muy pocas las ocasiones en las que alguien se le acercaba a saludarlo con euforia.

— Humberto Bennett… ¡Dios Mío!— continuó Catherine—… esto me parece un sueño… yo…— Rápidamente abrió su mochila, la cual no había colocado aun en el porta equipaje de la parte superior, sin perder tiempo sacó un libro de Bennett “La cordura vestida de Mujer” una obra que tenia ya 2 años en el mercado y que había salido solo en Europa, ya que lo había escrito a pedido de una editorial muy particular, Humberto Bennett no pudo evitar la sorpresa— ¡Este libro, lo estoy leyendo, yo…! ¡Hay, me da vergüenza, pero… me lo firmaría, Señor Bennett? Soy su fanática, me he leído todos sus libros…— le pregunta con una expresión de vergüenza al incomodar a su escritor favorito, pero sabia que debía aprovechar la oportunidad, de no ser así, ¿Cuándo tendría la oportunidad? Pensó Bennett.

— Claro, con gusto, — toma el libro y un lapicero de su bolsillo—, No había visto uno de estos por aquí en Latinoamérica, pensé que… su distribución estaba únicamente permitida en Europa, debe haberte costado obtenerlo. ¿Como te llamas? — pregunta.

— Catherine, Catherine Gueiler

— Lindo nombre, es…ingles, si no me equivoco— comenta mientras firmaba la primera hoja en blanco del libro.

— Pues si, mi padre es ingles y mi madre argentina.

— Ya veo… ¿Cómo conseguiste el libro? — pregunta entregándoselo ya formado con la amigable frase:

“Para la linda Catherine Gueiler, una admiradora de mi trabajo, te agradezco por leer mis novelas y disfrutarlas, las escribo con mucho amor y espero para personas como tu, te deseo las mejores de las suertes y mucha alegría en tu vida, con cariño Humberto Bennett”

—Gracias— Recibe el libro firmado— Wau…no me van a creer, que usted firmo mi libro… lo atesorare,, lo enmarcare cuando termine de leerlo— sonríe alegremente— Y pues.. Si fue una casualidad encontrarlo… he tenido la suerte de visitar parís hace unos años y cuando buscaba entre las librerías una novela interesante, cual fue mi sorpresa, cuando me encontré con esa novela que jamás había visto aquí en esta parte del gran mundo, me sorprendió mucho.

— Pues me alegra que te guste… y te agradezco.

— No, no me agradezca yo le agradezco a usted por escribir cosas tan pero tan bellas, no sabe lo mucho que disfruto de sus obras. Por cierto, Señor Bennett….pensé que usted estaba viviendo en España, no sabia que había regresado a Catalina…— le comenta.

Bennett había regresado de España para el cumpleaños de su hijo de 10 años, Alan Bennett, quien vivía con su madre en Vermut, Humberto tenia una casa en la ciudad Catalina donde vivía acompañado solo de sus pensamientos, mientras estaba en la ciudad, Dado que para Bennett el cumpleaños de Alan era una ocasión muy especial, regresó de España en pleno trabajo de escribir un nuevo libro que debía entregar a finales del año, Bennett se quedaría en el país para culminar su trabajo y compartir tiempo con Ala, a quien veía poco dado su trabajo en España, donde a decir verdad escribir si era mas redituable.

— Ya veo, entonces esta en pleno trabajo de escritura…— dice Catherine muy entusiasmada por la noticia ya que hacia mucho que esperaba alguna nueva publicación de Bennett.— ¿y me podría decir de que se trata mas o menos? ¿Si?— le dice amablemente y con un dejo a ruego infantil al cual Bennett no se puede negar.

— Bueno… se trata de una novela policial, esta vez me centrare en el punto de vista de un asesino, no tanto en los policías, quiero mostrar como se desarrolla el protagonista en la escena, mientras analizamos su forma de vivir, sus pena, amores, desengaños, alegrías y… estímulos criminales…— abre la laptop— ya voy por la mitad y me esta quedando, modestia aparte, muy buena. — termina con una sonrisa.

— Vaya, me muro por leerla, Señor Bennett…

— Pues debería terminarla a fin de año, y para inicios de febrero debería estar en las tiendas, aunque como es una editorial española, no se si llegara aquí con tanta celeridad…

— No me importa, si es posible viajo a España y me lo traigo— le dice sonriendo.

Ambos sonríen mientras el piloto comunica que pronto despegaran.

El resto del viaje Bennett y Catherine siguieron conversando por momentos, en otros Bennett escribía y ella lo veía escribir con gran pasión, aunque prometió no echar vistazos a lo que escribía, ya que sabia que podría ser tomado como intromisión, así que mantuvo alejada la vista de la pantalla de la Laptop, pero no despegaba la mirada de Bannet y su expresión tan particular a la hora de escribir, Para ella era emocionante y casi excitante ver a su escritor favorito en acción, se moría de las ganas de saber que escribir, pero no podía acercarse, en ocasiones Bennett se detenía y conversaba con Catherine ya que sentía una falta de respeto ignorarla todo el resto del viaje ensimismado en su escritura.

— Entonces Señorita Gueiler, ¿Qué la lleva de catalina a Vermut? ¿Trabajo, estudio, placer?— pregunta amablemente — por su puesto si puede compartir eso con un extraño.

Catherine no tubo problema alguno de contestarle al señor Bennett con gran celeridad, mantener una platica con el era un sueño para ella.

Le contó que estaba de vacaciones en la universidad, donde estudiaba literatura, ella deseaba ser una escritora tan buena como Bennett, y había decidido ir a vermut unos días aprovechando su tiempo libre. Vermut era una ciudad pequeña reconocida por sus verdes parques y jardines en las catedrales y palacios de la época colonial y pensó que era el mejor lugar para poder inspirarse ya que para el inicio de las clases debía entregar una novel corta, y quería sorprender a todos con una historia que fuera tan buena como las de Bennett. El escritor no pudo más que animarla y darle algunos consejos para su trabajo, consejos que Catherine no pudo más que aceptar con mucho respeto y alegría.

Al llegar al aeropuerto de Vermut, ambos bajaron juntos del avión y salieron del aeropuerto, dispuestos a tomar sus respectivos taxis, Catherine se despidió amablemente de Bennett deseándole lo mejor y agradeciéndole por ser tan amable con ella y los amables consejos.

— Señor Bennett, hizo mi viaja más entretenido y llevable, particularmente me desagrada viajar en avión, pero acompañada de usted fue adorable y encantador, — le estrecho la mano—, me ha hecho una de las chicas más felices del mundo este día…— se acercó a el y le dio un beso en la mejilla como señal de agradecimiento y amistad. — Fue un placer compartir con usted estas horas viaje. — le sonríe.

El señor Bennett a continuación comenzó con su discurso de despedida.

— Pues señorita Gueiler, no pude desear tener una mejor acompañante, no por el hecho de haber pasado carca de 3 horas hablando de mi, — sonríe— si no por que encuentro en usted una joven interesante y que como pocas aprecia el arte de la lectura, hacia mucho que no hablaba de literatura como hemos hablado hoy usted y yo, esta platica solo fue comparable a cuando pase 5 horas charlando con Bettina de la Riag…

— ¿La famosa escritora francesa? ¿Me compara con ella? Es para mí un honor, señor Bennett— responde Catherine algo sonrojada por tamaña comparación, ella conocía la elocuencia y amor por la literatura de la señora de la Riag.

— No hay mentira en mis palabras, jovencita, reitero mi agrado por nuestra platica y le deseo la mejor de las suertes en su vida, señorita Gueiler, sin duda y si sigue por el sendero correcto, algún día seremos colegas y yo podre tomar de mi biblioteca uno de sus libros y disfrutarlo como hoy usted menciona que disfruta los míos.

— Señor Bennett, puede que suene algo impulsiva, pero si no se lo digo ahora… no tendré jamás una nueva oportunidad de hacerlo… ¿me haría el honor usted, de… compartir conmigo, dado que estamos en la misma ciudad, de compartir una taza de café un día de estos?— Le pregunta sonrojando las mejillas y con la misma expresión de ruego infantil en la mirada que Bennett de algún modo encontraba irresistible.

— No le veo nada de negativo en eso, a decir verdad me gustaría verla nuevamente, — responde amablemente— ¿si me podría dar su numero? le prometo que cuando encuentre un momento adecuado que no será muy lejano puedo asegurarle, tendré el placer de contactarla y podremos pactar nuestra reunión para beber un café.

Catherine rápidamente abre su mochila y arranca una hoja de un cuaderno que traía, rápidamente apunta su nuero de celular y se lo da a Bennett quien lo recibe y guarda en su bolsillo.

— Bueno, estaré en Vermut alrededor de un mes y medio, así que… esperare su llamada, señor Bennett, y créame, si no logra llamarme por alguna razón… no importara, este día a sido un día inolvidable y vale por muchos días de mi vida.— le dice sonriéndole.

Bennett asegura a la joven llamarla antes de las 2 semanas, sube a un taxi y parte. Catherine igualmente y minutos después de quedarse parada en la acera, quizás tratando de averiguar si esto había sido todo un sueño, toma un taxi y parte también.

Humberto Bennett llega entonces a un Hotel de la ciudad, El Hotel Vermut, un elegante hotel donde estaría los días que permanecería en la ciudad, dado que su esposa ahora vivía en casa de su actual esposo, no era lo más indicado que el se quedara ahí, de todas formas su relación con Patricio Arboleda, el esposo actual de su ex mujer, no era la mejor, las pocas veces que se habían visto habían sido muy desagradable para ambos, muchas veces entraban en duros debates, que restaban incómodos para los que estuvieran presentes.

La relación con su ex esposa en cambio era de lo más cordial el trataba en lo posible de dar una imagen a su hijo de que se llevan muy bien, y así era, aunque en el fondo Bennett no había perdonado a su esposa, ya que ella mantuvo una relación a escondidas con Patricio Arboleda, durante 2 años antes de la separación, pero el por su carácter pasivo no había hecho gran escándalo, al contrario se atribuyo la culpa por el fracaso de la relación, dado que su trabajo le ocupaba demasiado tiempo que descuidaba en ocasiones a la familia.

Por su lado Patricio Arboleda era lo contrario al señor Bennett, era un hombre de ley, era un abogado prestigioso y que se jactaba de no haber fallado jamás, era orgulloso e impulsivo, al igual que Bennett era poseedor de una labia eficaz y muy convincente, era algo necesario al ser un abogado. Adoraba a Sofía, la ex señora Bennett y ahora señora Arboleda, la cuidaba mucho, al igual que a Alan, su hijastro quien al paso de los años le había tomado gran aprecio y amistad, y había visto en el una figura paterna, dado que a su padre lo ve solo unas 2 o 3 veces al año.

Sofía, por su lado, es una mujer atenta y apasionada, preocupada por su familia y que siempre lamento lo lejano que era Bennett con ella, lanzándola quizás a los brazos de alguien quien le diera ese amor que necesitaba y no tenia en su antiguo hogar en Catalina.

Esa tarde luego de que Bennett se pusiera cómodo en su habitación de hotel y comiera algo ligero, se preparó para ir a casa de su ex esposa para el cumpleaños de su hijo, quien cumplía 11 años, Bennett quein no estaba muy seguro de que regalarle a su hijo, había llamado anticipadamente, pidiendo el auxilio de Sofía, para que le dijera discretamente que podía regalare al pequeño, el cual era poseedor de muchas cosas ya, por lo que sorprenderlo seria algo complicado, si bien el joven Bennett adoraba la lectura igual que su padre, El señor Bennett pensó que darle un libro nuevo seria reiterativo, esta ves quería darle algo diferente, por lo que le había comprado un hermoso y caro reloj que sin duda dejaría boquiabierto al joven Bennett.

La reunión en casa de Sofía y su esposo seria bastante privada, solo estarían los abuelos maternos del joven, quienes por suerte Vivian cerca y en la misma ciudad, algunos amigos de la escuela, solo 2 o 3, algunas amigas de Sofía del vecindario y por su puesto Humberto Bennett, padre del muchacho.

Al llegar Humberto fue recibido con mucho respeto y cariño de parte de su ex esposa y aun más por su joven muchacho quien lo abrazo con gran fervor aunque con algo de recato al estar sus amigos presentes, el saludo en cambio de sus ex suegros y de Patricio fue algo frio igual que el saludo con que el respondió.

El joven Bennett quedo complacido por el obsequio de su padre, el cual de inmediato coloco en su muñeca y fue a mostrarlo a todos. Mientras, Bennett fue llevado a la sala donde le invitaron una copa de champan de cortesía la cual bebió con gran lentitud mientras conversaba con Sofía, quien fue la única que se le acerco a saludarlo y a saber de el.

Las demás personas en el lugar conversaban en las esquinas de la sala, mientras un poco de música daba el ambiente al lugar.

— Es un lindo reloj el que le compraste a Alan, sabia que le encantaría, Humberto. — comenta Sofía con una copa en la mano.

— Pues elegí el que pensé que le encantaría a Alan, recordé que su color favorito era el azul, así que elegir uno de ese color, debo por su puesto agradecerte el haberme recomendado eso, de otra manera quizás hubiera terminado regalándole un nuevo libro.

— A tu hijo le encanta leer, seguramente disfrutaría de ese libro. — dice amablemente.

— No lo dudo, es un buen lector, pero estoy seguro que el reloj le gustó mucho más— bebe un sorbo de champan.

Un rato después, Sofía debe ir a la cocina, estaba preparando un pato al horno, se disculpa y se dirige a la cocina, ah estaba Patricio bebiendo una cerveza, era obvio que le disgustaba compartir la casa con Humberto, pero Sofía lo convence de llevarle una cerveza a Humberto y mostrarse agradable con el, después de todo era un invitado. A regañadientes patricios aceptar tomar una cerveza fría e ir junto a Humberto para conversar un rato, tratando de mostrarse maduro.

Patricio se acerca donde Humberto quien estaba sentado en el sofá de la sala, claramente incomodo, ya que todos por ratos parecían verlo y cuchichear.

— Ten, compartamos una cerveza…— le dice con una expresión seria y sentándose a su lado.

Humberto aceptar la cerveza y agradece cordialmente.

— Ya son 11, — comenta Patricio refiriéndose a Ala, — que rápido pasa el tiempo, ¿no es así? Solo ayer parece que era el niño de 5 años que conocí…— bebe de la cerveza. —… pero ahora, ya hasta me pide que le enseñe a como afeitarse, y ni un pequeño pelo le ha salido aun…— sonríe.

Bennett tomaba los comentarios de Patricio con calma, trataba de ignorar el trasfondo de hacerle ver que se perdía una etapa importante de la vida de su hijo. Rápidamente Humberto le cambio el tema.

— ¿Cómo van las cosas en el trabajo, Patricio?— le pregunta mientras bebe de la cerveza.

— Pues va muy bien, tengo mucho trabajo, la verdad es que mi carrera va e ascenso, si todo sale bien en algunos años más creo que podría postularme a ser juez, ¿te imaginas? El Juez Patricio arboleda…vaya que seria fantástico, hay que mirar alto, ¿no es así amigo?

Humberto no podía evitar sentir el tono altanero con que le hablaba tratando de dejarlo muy bajo.

— Pues, —respondió Humberto— es cierto, siempre debemos mirar alto, cumplir nuestros sueños y metas.

— ¿Cuál es el tuyo? — Pregunta, — es decir… ¿en que andas, Bennett? Hace mucho que no me topo con algún libro tuyo por ahí,… ¿en que has invertido tu valioso tiempo?— pregunta burlonamente.

— pues estoy preparando un nuevo libro, debería salir a fin de año… me ha tomado mucho, pero…estoy avanzando…— responde.

— Es bueno, es bueno…trabajar es importante,…aunque…no se si lo que haces es trabajar— bebe su cerveza haciendo una larga pausa— es decir...— Continua— escribir es tu pasión ¿no es así?— Humberto asienta lentamente sintiendo la falta de respeto, pero se aguanto las ganas de contestar retadoramente— y bueno, tampoco yo tomo mi trabajo como un trabajo, me encanta lo que hago, somos parecidos… con la diferencia que yo… — lo mira—… pues…tengo un trabajo de verdad fuera de que sea muy divertido y gratificante para mi.— sonríe— claro, espero no me lo tomes a mal.

— No, para nada, Patricio— responde calmadamente aunque se moría por destrozar la botella que traía en las manos en la cabeza del despreciable sujeto que lo insultaba tan suelto de huesos. — me alegra que te vaya tan bien, pero debo decir que…— Cuando al fin Humberto se preparaba para atacar con alguna frase inteligente y perspicaz que dejara mal parado al orgulloso abogado es interrumpido por Sofía quien se une a la platica, cambiando totalmente el rumbo e la conversación, salvando quizás a Patricio de un mal momento, pero dejándolo como el vencedor.

Unos minutos más tarde la cena estuvo lista finalmente, todos pasaron al comedor elegantemente decorado en honor al Joven Bennett quien se centro a la cabeza de la meza al otro extremo estaba Patricio, a su derecha estaba Sofía, a la izquierda Humberto, a los lados del joven Alan, se encontraban sus amigos, y en el resto de la meza los vecinos y abuelos bien distribuidos.

Como era costumbre el joven Bennett se puso de pie y haciendo gala de la labia aprendida seguramente de Patricio y la elocuencia de su padre, comenzó a agradecer por la presencia de sus amigos, familia y vecinos, iniciando de esa forma la cena, la cual todo disfrutaron con gran placer, Sofía era dueña de una sazón muy agradable, esto atribuible a sus estudios de cocina en su juventud. Al terminar la cena y luego del brindis, nuevamente el grupo de separo para seguir conversando alegremente.

Sofía muy inteligente y sabiendo que Humberto y Patricio no podían estar solos mucho tiempo y menos si estaban bebiendo, se unió a ellos nuevamente en una platica que ella llevó de la mano con gran elegancia, aunque obvio temor de que ambos caballeros comenzaran a sacar sus trapos sucios al aire.

— ¿Cuánto tiempo te quedaras en Vermut, Humberto?— pregunta Sofía parada entre los 2 hombres, cerca a las escaleras que conectaban el recibidor con el segundo piso de la casa.

— Así es, señor Bennett— agrega Patricio ya algo ebrio, pero aun consiente de sus palabras— ¿se quedara algún tiempo, o solo vino por cumplir con el niño?— su denotaba algo de filo, por lo que Sofía le golpea discretamente con el codo.

— Bueno, yo— responde Bennett— no se cuanto tiempo me quede, en un inicio, pensé quedarme solo unos días, ya que como sabrán resido en España, ahí esta mi editor y la gran parte de mis actuales conocidos, u aunque aquí esta mi familia, mis hijo… pues ahí tengo una vida hecha.

— Seguramente alguna dama lo espera…— agrega patricio recibiendo un nuevo codazo.

— No, — continua Bennett— no tengo ninguna dama que me espere, con la excepción de la jovencita que esta cuidando a mi fiel Coronel, como llamo a mi Dogo argentino de 2 años, y aun así, esa damita no pasa de los 10 años, y aunque es portadora de una gran belleza, no es de mi iteres afectivo, no al menos más allá del que tendría con una sobrina o prima— responde.— asi que, quizás extienda mi visita algunos días más, y si me lo permitieras, Sofía— se dirige a ella— me gustaría llevar a Alan a pescar antes de irme.

— Pero por su puesto, Humberto, puedes llevarlo cuando tu desees, estoy más que segura que Alan estará muy feliz de que lo lleves, el disfrutara pasar tiempo de calidad contigo.

Unos 20 minutos más tarde y luego de que el pastel estuviera partido y cada quien tomara su parte las personas comenzaron despedirse y a agradecer por la cena tan agradable, todos antes de irse desearon lo mejor a Alan quien estaba muy feliz.

Bennett de igual forma tubo que partir, no sin antes despedirse de su hijo con gran amor y prometiéndole que irían a pescar el sábado, dentro de 4 días solamente, la idea a Alan le pareció estupenda y lo alegro muchísimo.

Ya en la puerta de entrada frente al jardín de la casa, mientras esperaban el taxi que había pedido Humberto Sofía aprovechaba para despedirse de el, esperando verlo pronto, Patricio había quedado profundamente dormido dado todo el alcohol que había bebido.

— Fue un gusto verte nuevamente después de tanto tiempo, me alegra verte bien y trabajando, de verdad que espero que nos envíes tu ultimo libro cuando este salga a la venta. — le dice sonriéndole.

— Por su puesto que será un placer enviarles una copia. — responde sonriente.

— Y… pues me disculpo si es que Patricio te incomodo con alguna frase malintencionada, ya sabes que se pone nervioso cuando… cuando tu estas cerca, agradezco tu gesto de no contestarle en esta ocasión, aun recuerdo lo de la fiesta de año nuevo de hace un par de años atrás… fue horrible.

— Si, lo sigo lamentando, no debí caer en provocaciones en esa ocasión, pero… he aprendido la lección… ¿y…el suele beber de esa forma muy seguido?— pregunta Bennett tratando de no ser perspicaz.

— No, descuida, es un mal bebedor es todo y cuando esta nervioso lo hace, como te dije…es por tu presencia.

— No es mi intención, Créeme, Sofía.

— Lo se, pero es inevitable para el, y se que es incomodo para ti también. Y déjame agradecerte por aguantar y estar aquí con nosotros.

— Sabes que lo hago por Alan, el debe crecer en un buen ambiente, donde sus padres se llevan bien a pesar de estar separados y… debe saber que aunque nos aguantemos, Patricio y yo hacemos nuestro mejor esfuerzo por entendernos y dale un buen ejemplo aunque a veces se nos vayan nuestras lenguas.

El taxi entonces llega y se estaciona frente a la casa.

Sofía se despide amablemente de Humberto y este parte al hotel a descansar



Continuara...
Franckpalaciosgrimaldo18 de junio de 2011

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