Primer movimiento (Descriptivo y cómodo)
Poeta de los pretextos es
el aliento de las palabras
emergiendo de una inmensa Nada,
de un páramo helado.
El equilibrio se rompe y armoniza
el suave deslizarse de una mano
sobre la brisa.
A la palabra, invento de las hojas,
murmullo inequívoco del canto,
le propusieron ser voz del Poeta.
Y la palabra, inquieta en tu mismidad,
rompió su silencio y enmudeció la tarde.
Segundo movimiento (Intenso, pero no demasiado)
Escucho de tu boca un sí,
que reclama mi presencia junto a tu jardín de rosas.
Nada que decir.
Las fuentes presurosas deslizan surtidores de cansados versos
y el aire...se suspende sobre el álamo.
¿Paseamos?
Y un destello de luz adormece mis sentidos.
Venir. Sonando tras la sombra que nos acompaña en el suelo
del camino.
Una pausa.
Retomado el tempo, seguimos bordeando la inconclusa senda:
prometo quererte...Repito.
Tercer movimiento (Andante cansino)
Tras tu adios, la intensidad de los pensamientos
devana la madeja de las intensidades. ¡Te vas!
¿Y si te fueras?
Rota la cadencia.
Súbito el compás que cierra en coda
la fragilidad de la ansiedad.
Retomando un tenpo racional.
Silencio.
Finale (guardando los instrumentos) Espera el autobús.