Lloro porque se me limpia el alma... porque se desata el nudo que tengo en el pecho.
Lloro porque es más fácil que gritar o salir corriendo...
Lloro porque tú no estás... porque no te tengo.
Lloro, además, por la angustia de saberme este sentimiento.
Y sobre todo lloro porque soy humana y eso es lo que hacemos.
Y finalmente río... río por dentro.
Río tras llorar y darme cuenta de que no me he muerto.