El hombre subió al tren y tomó asiento. Fue un gesto fácil comparado con el esfuerzo mental que precisaba por lo que estaba haciendo.
Pero ya lo había hecho. Antes. En algún momento. En algún sueño.
Soñaba que volvía. Lo soñaba a menudo. Y lo hacía desde hace tiempo. La diferencia era que ahora era real. Podía palpar ese tren como nunca antes había palpado uno. Lo sentía como un garfio alojado en sus labios, a punto de arrastrarle ferozmente hacia su destino. Y era ahora tan inevitable como lo había sido durante todos estos años su incapacidad de regresar.
Empezaba a comprender que el pasado duele, pero el futuro también. Más aún, comprendía que el pasado y el futuro estaban a unas horas de transformarse en un todo salvaje.
Cerró los ojos y trató de relajarse.
En medio de la negrura, figuras imposibles empezaron a tomar forma y a danzar dentro de sus párpados. Parecían fantasmas, pero el hombre sabía exactamente lo que eran. Eran él mismo, cada uno de ellos, tratando de huir. Pero ya había llegado demasiado lejos como para echarse atrás.
Le echó el cerrojo a su mente y con una mano aferró su maletín.
No fuera que también quisiera escapar.
Ittai Manero, 6 de junio de 2008
ittai...
me gusto el texto...
me hace acordar a una excena de una peli...
me gusto como lo encaminaste
te felicito