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Con El Ladron

Bueno, allí estaba con mi ladrón viéndonos. Era una situación muy extraña, creo que por la enorme dilatación del tiempo se volvió estúpida. No sé cuanto tiempo con certeza fue, no lo sé, pero que fue más de lo necesario eso si lo sé. Por que yo utilizaba mi botella con agua como mi escudo, mi súper agua me daba el poder de inmovilizar a aquel ratero; mientras yo tuviera la botella pegada a mi boca, aquel chico no podría hacerme nada.

Pero mi agua maravillosa tenía un defecto: empanzaba muy rápido. Y me caí en cuenta que el chico me miraba por mi camisa, era muy ajustada y pequeña. Me libre de sus ojos y vi que estaba coqueteando conmigo, aquel ratero adolescente coqueteaba conmigo. Bueno al fin de todo si era ladrón, pero tenia buen gusto, jajaja. Baje la guardia y quite de una forma muy presumida la botella de mi boca; el chico estaba anonadado, y mientras cerraba la botella me dijo:

— ¿Me regala agua chica hot?

No te miento. Me sentí halagada que un adolescente me viera con ojos de deseo, se sentía bonito. Es que hagamos cuenta: yo, acaba de romper con un tipo que no se había portado muy bien que se diga conmigo, más bien nada bien; me había sido infiel con una casi niña de primer año; era un ebrio por naturaleza; egocéntrico; caprichoso e inmaduro; tenía un déficit enorme para la concentración, nunca recordaba de lo conversábamos; y además un día confesó ante un número significativo de amigos mutuos, que se masturbaba. Fue muy embarazoso.

Ahora tener a ese chico frente de mí, que me estaba viendo con mucho gusto era algo no premeditado, pero que no le huiría. Le sonreí y alargue la botella para que él la tomara, se acerco, la tomó y me sonrió. Charlamos de todo un poco, de Granada principalmente, de quienes eran sus habitantes, de quienes la visitaban, de su vida nocturna. En fin, de todo un poco. Lo raro era que nunca pregunto algo específico de mí, y ahora que lo pienso, yo, de él, tampoco. Era como saber de antemano que era solo diversión o eso fue lo que pensé, que era una noche nada más. Quería tener el control en la situación que yo quisiera, con el tipo que yo quisiera… sería un cambio muy dignificante para mí.

Me mostró el mercado de Granada. Que es muy pequeño, rodeados de locales de comercio que son de familia y el comercio informal, el motor de este. Me mostró a los “topeteros” ellos se encargan de comprar la mercancía robada y venderla a un precio menor que en las tiendas; lo que llamó mi atención es que los propios “topeteros” no hacían sus tratos, si no, eran niños hablando con niños, con papeles en la mano, recados de sus jefes. Era una simple cifra escrita, así son los tratos de los “topeteros”.

Eso me interesaba mucho, por lo del trabajo. Pero mi prioridad eran las familias que trabajan juntas. No eran esos explotadores del seudo crimen organizado, no me competía, no era lo mío; pero lo hice mío.

El chico me llevó a almorzar a un diminuto chalet, donde se podía ver el lago. Era bonito y tranquilizante. Comimos empanadas, que son mitades de tortillas rellenas de carne, arroz y tajadas. Y acompañado de un enorme vaso con refresco de linaza con tamarindo y agua de arroz, muy bueno. Terminamos de comer y me preguntó si podía verlo en la noche, yo respondí que sí. Nos encontraríamos en el parque de los caimanes a las ocho de la noche.


SIGUE......
Josermac14 de julio de 2008

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