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RaÍz de MandrÁgora (microrrelato)


Un febril trasiego de tinieblas le hostigó durante toda la noche estorbándole una tregua anhelada aunque estéril. Tras grandes esfuerzos consiguió abrir los ojos y asomarlos al único ventanuco que le conectaba a la triste realidad. Comprobó así que la primera luz del alba desgarraba ya nocturnas sombras, iluminando la soga de la horca dispuesta para regalarle su último amanecer.

Jucapega196309 de agosto de 2016

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