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Seiko 3000 - Capitulo 63 - El Agua de la Redención

Al salir del parador, llegaron a la explanada de la escuela. Una basta extensión de baldosas con la escuela a un lado y los enormes molinos en el otro, era lo que el grupo salvador vio, anonadado. El atardecer, por su derecha, era espoleado por las aspas de los molinos que proyectaban una sombra al parador. Las nubes parecían rendirse a la altitud de aquella cima.
Visitaron el amplio hall de la vieja escuela. Como era pascua, había muy poca gente el recinto. La escuela se construyó en un principio como fortín al llegar los sly a Balcania. Al crear la catedral, detrás de la escuela y de pequeño tamaño, se creyó que el lugar era fuente de poderes milagrosos. Durante el asedio Sly por ambas laderas, la explanada y la catedral se mantuvieron a salvo de los saqueos y de los robos. Aunque duro poco aquella resistencia. Para cuando los Ramberianos, los que fueron por el sur de Las Partidas, llegaron, el fortín estaba destrozado y habían robado la fuente milagrosa de la catedral. Nunca se pudo recuperar del robo y se reconstruyó la escuela como signo de victoria y del aprendizaje, manteniendo el estilo del viejo fortín.
Luego, para no depender de la minería, se ayudaron del viento y construyeron los molinos que actualmente seguían funcionando.
- Me pregunto que tipo de poder daba aquella “fuente” – se pregunto Fran
- Yo creo que “fuente” no era – dijo Roberto
- Pero yo sí creo en los milagros…
La respuesta de Cassandra hizo que los demás se dieran la vuelta. Alcoida la apoyo.
- Yo también la creo. Los milagros existen
Salvador asintió y Cassandra se reconfortó al saber que opinaban igual que ella.
- ¿Tú también lo crees, Dando? – preguntó Salvador
El Dandi parecía estar contrariado. Como enfadado o incómodo.
- ¿Qué te pasa, hermano? – preguntó Mirella, tocándole el brazo. Él la esquivo.
Alcoida estaba extrañada también. Y Salvador no era para menos
- Mis antepasados bebieron de esa “fuente” para que les protegiera, a ellos y a sus generaciones. Incluso, para cuando quisieron volver con los Aimier tras la crisis de Sam Fadyd, les ofrecieron una jarra con agua de la fuente como muestra de que éramos de fiar… - explicó Dando. Iba a explotar - Pero… ¡Jamás la aceptasteis!
Alcoida fue la primera en replicar intentando apaciguar los ánimos de Dando.
- Escucha Dando. Que volvierais a ofrecer el agua no significo que fuerais de fiar. No si vuestros antepasados no quisieron pasar por el tribunal Aimierano. Los nuestros no se sobornaban ante detalles como aquel.
Dando se crispó. Empezó a gritar a Alcoida
- ¡Tú eras la que creía en los milagros! ¡Porqué quisisteis rechazar una ofrenda como ésta! – añadió enseñando una jarra de cristal que parecía contener agua. Estaba guarecida entre alambres dorados y Dando lo blandía ante ellos – Ahora…
Dime… ¿Crees en los milagros? ¿Quieres esta ofrenda? ¡Cógela! ¡Demuéstralo!
Alcoida palideció. No creyó que lo que le estaba ofreciendo era agua de la fuente milagrosa, pero no dejaba de pensar que pudiera ser cierto.
- Hermano ¿Dónde lo tenías? –preguntó Mirella, asustada el carácter de Dando
- Guardado – dijo, seco, a su propia hermana
Salvador no vacilo y cogió la botella. Dando esgrimo una sonrisa de satisfacción. Roberto y Fran dudaron y Alcoida intentó detener a su hermano.
- Salva… ¡No lo hagas! – dijo aferrándose a su brazo. Salvador la miro decidido.
- Tranquila. Sé lo que hago – Y abrió la botella.
Aunque fue hacia sus labios, Salvador giró totalmente la jarra hacia el suelo. Todo el liquido se volcó en la explanada y tiro la botella a los pies del Medio.
- Si mis padres rechazaron la botella, yo no iba a ser menos – dijo Salvador
La determinación y el acto de derramar la que pudiera ser la fuente milagrosa de Vendaval en la explanada, hizo montar en cólera a Dando. Su hermana le sujetó.
- ¡Habéis perdido el juicio! ¡Jamás volveréis a recibir una oferta como esta! ¡Nunca jamás volveremos a ayudaros! ¡Os podéis dar por muertos! – blasfemó Dando.
Salvador, Alcoida y también Cassandra miraron fijamente al Medio. Roberto fue el primero que se dirigió al Aimier.
- ¿Te has vuelto loco o qué? ¡Dando sólo te ofrecía un poco de agua!
- Cállate – dictó Alcoida con férrea voz y le instó a que mirase a Dando, acabando por calmarse.
- Por esta noche, os dejare en paz. Pero mañana, olvidaros de nuestra compañía.
Y agarrando a su hermana pequeña, volvieron de vuelta al parador
- ¿Qué mosca le ha picado a Dando? – preguntó Fran. La pregunta, quedo en el aire
Pasearon un poco más para que Alcoida y Salvador explicasen a los demás que el agua que le ofrecía el Medio jamás la vieron por la casa. Y que menos confiaban en él por salir ileso de la trampa de los caza-recompensas en el bosque de Halaria. Cuando anocheció, hizo frío y optaron por volver al parador. Cenaron en el comedor pero no vieron a los hermanos Medio por ningún lado. Al recoger las llaves, el recepcionista les informó que los Gilenteros (el nombre falso de los Medios) no habían salido del recinto ni mucho menos, de la habitación desde que volvieron. No pensando en las amenazas que Dando les dijo hacía horas, todos se fueron a las camas. Los 7 dormían en habitaciones continuas. Los Medios en la habitación 202, los Aimier en la 203 y los Posaderos, con Fran, en la 204. No se les ocurrió llamar a la puerta 202 para pedir disculpas pero tampoco oyeron ruido. Pensaron que ya estarían durmiendo. Para las 12 de la noche del 15 de abril, ya todos estaban en la cama. Un ruido persistente, desvelo a Salvador de su placentero sueño. Alguien llamaba a la puerta con insistencia pero con suaves golpes.
- ¿Quién es? – preguntó mientras se ponía un albornoz
- Mirella. Salvador, necesito hablar contigo – digo ésta con voz queda.
Salvador abrió la puerta, extrañado. Mirella vestía un camisón rosa. Se le trasparentaba más de lo necesario. Salvador desvió la mirada.
- ¿Qué quieres?
- Necesito que me acompañes. Coge la llave de tu habitación.
Hecho, la acompaño a su habitación. Al Aimier le crecían las dudas ¿No le estaría engatusando, Verdad? Cuando ésta cerró la puerta con su candado, lo entendió.
- ¡Eh! Nada de cosas raras…
Mirella se lanzó salvajemente hacía él y sus labios. Del ímpetu se posaron en la cama de ella. Salvador, en un intento de zafarse cogió una almohada y le dio en la cabeza. Sin inmutarse, Mirella continúo en sus caricias. Salva estaba incomodo y pronto noto que en la que sería cama de su hermano, no había nadie. Desembarazándose de Mirella con súbita fuerza, se acercó al ventanal de la habitación y confirmó sus peores presagios.
Dando Galio Medio estaba huyendo del parador a pasos agigantados.
- Carbón…
Su insulto le avivó el odio de su interior y supo entonces de que una trampa inminente iba a suceder. Como amanecía, pronto noto una sombra al este, a su izquierda. Y en menos que parpadea un ojo, comprendió de que planeaba
Un caza, aprovechando que por la mañana soplaba poco el viento, viraba hacia el parador, justo hacia donde él estaba.
Sin pensárselo dos veces, cogió a la Medio y se metieron en el baño. Oyó como aquel caza soltaba un misil que iba acercándose rápidamente a aquella habitación.
La explosión pareció derrumbar el edificio entero pero solo destrozó parte de la vivienda y la fachada. La bañera les había protegido. Mirella estaba inconsciente y de su cabeza manaba un reguero de sangre. Algún cascote le habría golpeado.
Cuando salio en brazos con ella y al entrar en su habitación, comprobó que Alcoida estaba vestida y recogía el equipaje apresuradamente
- ¿Qué demonios estabas haciendo? – preguntó angustiada Alcoida
- Salvarme por los pelos – dijo Salvador – Salgamos de aquí….
Keitaro24 de agosto de 2009

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