Todo comenzó con la estúpida venta de la tierra.
¿Si nada era de nadie, por qué le hicimos caso al tipo que se le ocurrió cercarla y decir que era de él?
Así comenzó la propiedad privada. Un concepto nuevo, pues antes era todo colectivo, de la comunidad.
"Privado", que viene de privar, o sea de prohibir el acceso.
Pero luego se fue degenerando más y más.
Luego se descubrió que los medios de producción, aún en manos privadas, eran productivos, y mucho. Entonces descubrimos que los productos resultantes de ellos más el trabajo ajeno eran redituables y los pusimos en el mercado.
Y los compraron. Y con el dinero que obtuvimos, volvimos a producir, y a vender, y a producir otra vez.
Luego vimos que el agua era comerciable, y la envasamos y la vendimos.
La acumulación fue terrible. Aquellos que renegaban de nuestro sistema de mercado cayeron también a la larga, como un muro.
Y los mercados se abrieron, pero ya no sabían qué vender.
Vendimos nuestros ideales, nuestro pudor, nuestras esperanzas. Y nos dimos cuenta que el cuerpo humano era hecho de carne y también se podía vender.
Lo vendimos, y animalizamos su contenido. Ya era una pieza más del mercado. Y cuando pensamos que no teníamos más que vender, miramos hacia el cielo pidiendo una respuesta...
Y nos dimos cuenta que el aire todavía no se había vendido.
¡Exacto! Y no estás tan lejos de la realidad un tanque de oxígeno cuesta como $1200. Claro que el oxígeno no cuesta eso. Pero es un instrumento de mercantilización de un bien vital, que le da un plus al oxígeno cuando está envasado. Piénsenlo, la tendencia a poner valor a los objetos que poseemos, ante los otros refleja un plus de valor sobre los poseedores.