Sigo, sigo, sigo y no lo consigo. Espíritu hecho de tripas (o de tripas corazón)
Por las ramblas a la altura del Liceu, un disparo una mujer se tapa el rostro ensangrentado se enojó el cliente patibulario, mostrando su arma caliente en la confusión, el dedo en el gatillo. En el puerto, el gentío grita con empeño bloqueando el suceso tétrico: Un membrudo y borracho Marine blanco americano, le está pateando la cabeza a un hombre enfermizo negro africano, y todos vitorean el triunfo del piloto naval
la jauría aúlla acribillando el pánico, convertido en masa verbal.
Había quedado con mi suerte en el Zurich, pero ésta no se presentó, así que me acerqué a ver la actuación de soledad y no encontré localidades.
-Aquí, hoy solo respira el silencio. Me indicó el retratista.
Mis huellas se dirigen, a todos los ayeres, con el aroma del tiempo marchito.
Yo tenía en la memoria, la última frase de la nota del ahorcado con deseos de comenzar una nueva era
De noche se oyen voces que murmuran un nombre, donde solo hay silencio- canta Santiago Auserón- la vida en la frontera no espera.
-Una poesía amigo se la cambio por abrazos y galletas de coco, y el hombre de metal extendió sus alas imaginando Woody al clarinete.
Catorce horas con la muerte en los brazos adolescentes señores coherencia y sentido común de aquí no sale nadie, hasta que salga el culpable agita la voz el poli, acordonando la zona
Echo un vistazo al agua de la dársena, pececillos entre alquitrán y despojos de almas agónicas hay cosas en la noche que es mejor no ver