Vestida de blanco, la vi como traspasaba la calle. En su rostro el miedo, la desolación, y en su corto pelo me fijé en que la habían peinado y maquillado. Para morir.
¿Cómo podian ser tan crueles?
La llevaban atada de modo que no se notase. Estaba preciosa... tan blanca, tan esvelta... sus ojos lucían a través de las estrellas. Mi amor por ella había sido de los más grandes que han existido nunca. No habían palabras que se pudieran parecer a lo que ocurrió entre ella y yo.
Cuando pasó cerca de donde me escondía, se llevó la mirada hacia mis ojos. Noté en ellos un frío, pero enseguida me di cuenta de que era una persona fuerte. Después de haberme conocido, ya no le temía a nada, ni a la mismisima muerte.
Así que la vi, infatigable, caminar hacia el sur...
Por donde nunca más la volví a ver.
Y aun me suenan extrañas e incomprendibles las palabras nunca y ver...
Nos peinan y nos maquillan para vivir y despues morir... y nos peinan y nos maquillan para ser sepultados. Pareciera que siempre estamos listos, esperando la muerte... de blanco... no lo se, yo siempre la he mirado de vestido gris y cabello largo.
Ironicamente los textos que hablan sobre la muerte, son reflexiones lugubres para la vida.
Buen texto.
Un saludo.