—Apenas te consigo compañero
huidizo, veloz, fugitivo
en el alto alto cielo
de mi pensamiento.
Pero cae la hora definitiva
y logro amarte...
cuando el silencio es ocaso,
cuando yo soy silencio
te estoy amando.
Me sobrevienen ideales
la formas de tu cuerpo,
colinas, viñas, vino...
Y el hondo, Ãntimo, grave
sonido fecundo de tu voz
me alcanza: ''Amor... amar'',
haciéndome girar como peonza
ingrávida y loca...
―Tú eres el contrasentido
el antónimo, lo opuesto,
abrigo helado para mi frÃo,
ardiente luna de hielo.
Solo tú, amor mÃo, mujer,
lágrima de mi alegrÃa,
sonrisa de mi lamento.
Empacho de mi desgana
soleada noche de invierno.
—¿Me oyes nombrarte?
mÃo, mÃo, mÃo,
MÃo es tu nombre compañero
¡amor...amar...amarte...!
—Solo tú, mujer, verdugo y vÃctima,
mi astro rey, mi estrella guÃa,
mi pérdida y mi hallazgo,
mi ausente compañÃa.
Tú solo, doloroso placer,
negra tempestad en calma,
esperanza ciega de fe quebrada,
cielo verde, mar en llamas.
Solo tú, amor mÃo...
cuando ''mÃo'', es nada.