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Mi Diccionario de Tristeza y Soledad

Deseo irme a un bosque y sentir el rocío que cubre las hojas, en mi piel, ser el sol que atraviesa las nubes para esparcirme por toda el agua cristalina. Pero no. Hoy seré un ladrillo más, una roca más que crecerá con musgos, en el invierno eterno de las montañas, que yacen en mis ojos inertes, escuchando desde mi asiento de hielo, al lado de la chimenea, los gritos de auxilio, de las personas ahogándose.

Mi sombra se volvió en la oscuridad de todo este cuarto oscuro, y el silencio se apodero de mis palabras, mis miedos se convencieron de lo mal que me siento hoy, y mis virtudes hacen el amor en una orgía sobre el cemento sucio. Los deseos se vuelven en frustraciones y las intenciones en misterios, el saber que no me siento, es el precio del querer sentirme y el volar con alas rotas, es el cansancio de mi cuerpo.

Y… es inevitable no ponerse así, cuando el mundo se vuelve en una escena lenta. Y ves la lluvia caer en los árboles y en los techos de las casas, y las ventanas lloran y se empañan, para que no pueda ver su tristeza, el humo comienza a salir de las estufas y la nostalgia te abraza en un cálido instante, donde todo tiene gusto a cuando tenías 10 años, y los gritos de aves le susurran al ambiente, para hacerme pintar con mis sentimientos el cielo, de un color blanco invierno. Y cuando menos lo esperas, se detiene el tiempo, y solo se logra apreciar una agradable brisa, que me sumerge en el encanto de la melancolía y me lleva a recorrer las aguas violentas de mi alma, para saciar la sed que siento, desde que me apuñalaron mis héroes y se fueron riendo mientras me desangraba.

Que cruel amanecer, iluminado por palabras inconfesables y arropado por la soledad, me cuerpo llora en un despojo de angustia y suplicio, mi mirar se transformara en la de un bebe, buscando refugio en un día de otoño, con un frío desbocado y un viento tan fornido, que me elevara a la cima del mundo, para escribir los versos, de tristeza y soledad, que guardo en mi alma y forzara lanzarme al vacío, para caer en una piscina llena de lágrimas, de las personas del mundo, que secaran mi cuerpo con su aliento y me volverán arena, con su mar de miradas.

Entonces me daré cuenta que estoy empapado de roció en un bosque, atravesando constelaciones, esparciéndome por lugares inhóspitos, volviéndome en un animal en la selva, congelándome vivo y reviviendo en el pasar de los años, me convertí en el deseo fortuito de mi imaginación y hoy, me veras transformarme, en los segundos, en los minutos y en las horas, me volveré ¡eterno! Y bienaventurado será el que sepa recorrer las palabras de tristeza y soledad, y sea capaz de apreciar la inquietud de un día como el de hoy.
Lezkizofrenia30 de abril de 2014

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