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Sunara

SUNARA.


El dorado amanecer refulge con gran brillo,
mas en vano,
pues palidece ante tu recuerdo.

¿ Cómo puedo dormir , sabiendo que ya no estas junto a mi?.
¿ Cómo puedo sonreír , si tu rostro ya no he de ver?.
¿ Cómo puedo soñar , si tu recuerdo no me cesa de atormentar?.

Tu recuerdo es para mi como un puñal,
que me rasga continuamente ...
lo que más dolor me causa
es que es tu mano la que lo empuña .

Ahora lo veo todo claramente,
como en un estanque de aguas cristalinas :
Toda la culpa es mía,
mi enconado orgullo
no me ha dejado ver lo que tú veías,
con rudeza,
cerré los ojos,
y creyéndote niña te aparte de mi destino,
ignorando que nuestros caminos estaban unidos.
Y tú , con el dolor escrito en los ojos te marchaste,
y yo , satisfecho,
pensé que te había hecho bien.

Pronto vi lo equivocado que estaba,
y en las pálidas noches,
las estrellas avivaban tu recuerdo ...
en silencio suplique tu vuelta.

Desesperado, afligido por tu ausencia,
Te busque,
Hasta que a la luz de la luna,
Te halle en la maldita,
En el lugar que a todos evitan,
La isla de la muerte...

Allí estabas tendida, suplicando la muerte,
Y yo me acerque a ti,
Esperando desprecio y odio
por haberte repudiado,
y eso fue peor que el fuego del mil hogueras,
pues no me despreciaste,
ni me repudiaste,




tan solo me abrazaste y
susurraste mi nombre,
y yo solo podía llorar amargamente.


El mal te devoraba profundamente,
y me suplicabas que lo erradicase,
acabando con tu vida.
¿Cómo podía alzar mi hoja contra ti?


Entonces tome la decisión que ha marcado mi vida,
no habría de rechazarte otra vez,
y con el pesar y la culpa en mi corazón,
decidí hacer lo que me suplicabas,
con torrentes de lagrimas en mis ojos,
acabé con tu sufrimiento y
empecé con el mío.


Busque allí, en la isla maldita,
al otro causante de tu destino,
subí escaleras de frío hielo,
y destroce a los inhumanos guardias,
después descendí por puentes de fuego,
y sesgué repugnantes cabezas.


Finalmente lo encontré, inmóvil, en su suntuoso trono,
mirándome con desprecio,
y levantándose me hablo con su lengua bífida :


Monstruo, asesino, demonio y otras cosas me llamas,
pues no has de hacerlo más,
porque mayor demonio que yo eres tu,
que abandonaste a la chica de rubios cabellos,
habiéndote ella confesado tu amor hacia a ti,
y amándola tú, con la más profunda devoción
que he visto en un hombre...

Pero no habrías de aceptarla,
pues tu orgullo se interpuso
y te hizo ver una niña donde había una mujer,
y el amor se perdió.






Y fuiste tú, y no yo, quien la trajo a la muerte,
y bien lo sabes tu,
y ya que no deseas aceptarlo,
ha sido un placer abrirte los ojos....

No me pasan desapercibidos tus anhelos...
pues no buscas un culpable,
sino un verdugo...,
la chica vino buscando la muerte
y eso halló...
y si a ti, en contra de tu deseo
te he preservado de ella
es para que sientas el dolor y el pesar,
y si quieres morir yo no habré de ayudarte.

Más esto te digo : no mereces sino un destino horrible,
y no sé otro peor que vivir con tu culpa,
pues sólo tú eres responsable
del destino de la de los cabellos de oro,
y por eso mis últimas palabras son :

¡¡¡TÚ ACABASTE CON SU VIDA!!!!.


Y aún hoy, mucho después de todo aquello,
esas palabras resuenan en mi mente,
atormentando mi existencia,
y como el demonio aseveró, quiero fenecer,
pues la vida no tiene sentido para mi,
sino estás tú.

Pero eso sería justamente lo fácil,
no lo que merezco,
y de esta forma suspiro
desde el alba hasta el anochecer,
observando tu rostro en el sol y las estrellas.

Pero la luz, la luz, Sunara mía,
¿cómo puedo olvidar la luz de tus ojos?.
¿Cómo puedo olvidar su brillo?.
¿Cómo puedo olvidarlos?.








¿Cómo puedo olvidar tus labios?,
que al exhalar tu ultimo suspiro,
me susurraron de nuevo tu amor,
y yo al confesarte el mío,
suplicaste,
rogaste,
exhalar tu último suspiro
en mis labios...

Y ahora, eternamente, te rindo homenaje,
y soy yo el que suplica,
el que reza para que me hayas perdonado,
pues durante de estos años y
durante el resto de mis días
pagare mi orgullo y ceguera,
hasta que ya roído por la edad,
la muerte al fin me reclame,
y me reúna contigo en la penumbra
desde la que me observas....









Lolodonosti15 de junio de 2008

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